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1. Se reduce en un 58% la población de pájaros y en un 83% la de mamíferos pequeños
Si bien la caza se ha practicado por los humanos desde hace miles de años, algo está claro: ya en el Pleistoceno contribuyó a la extinción de más de 100 géneros de grandes mamíferos solamente en América, incluyendo el bisonte gigante y los mamuts. Pero lo que ocurre hoy en día es mucho peor porque “nuestra demanda, acceso y tecnologías no tienen precedentes históricos, y han alimentado una profunda dependencia humana de los ecosistemas y esta dependencia ha promovido que se extendiera la sobreexplotación”, dicen para Science los científicos Kaitlyn M. Gaynor y Justin S. Brashares en un comentario a la investigación.
2. El miedo que sienten hacia los humanos es mucho peor para el ecosistema que la propia muerte de los animales
El estudio de Benítez-López confirma algo impactante: la muerte de un animal no es nada comparado con el miedo que infunde la caza perpetrada por humanos en los grupos de una misma especie. El instinto de supervivencia del animal lleva a evitar al humano a toda costa y cambia su comportamiento, su hábitat, su reproducción, las interacciones con su comunidad y otras actividades que los mantienen con vida. Sucede exactamente igual que cuando se sienten amenazados por el hambre de grandes depredadores. La diferencia es que nuestra voracidad nunca se sacia.
3. Alteración de las sociedades humanas
La caza extensiva pone en riesgo la supervivencia de sociedades humanas vulnerables ya que una comunidad que se encuentre en una situación de seguridad alimentaria lo tendrá mucho más difícil para conseguir alimento en una selva diezmada de fauna. Asimismo, la calidad del suelo se empobrece, escasean los nutrientes, varían las dinámicas de polinización y aumenta el riesgo de incendios, con lo que la alimentación se dificulta todavía más.
4. Aumento de enfermedades, plagas e incendios
A largo plazo, la extinción de animales debido a los niveles de caza insostenibles altera la calidad del agua, lo que puede propiciar la aparición de enfermedades zoonóticas que ponen un grave riesgo para la salud humana.
5. La caza depende de un sinfín de factores
Por mencionar unos cuantos: la riqueza o pobreza de la sociedad, las oportunidades de ganarse la vida, el funcionamiento de las dinámicas de mercado locales y globales, las circunstancias políticas del país y sus conflictos sociales y/o armados y la inseguridad alimentaria. Como puede apreciarse, es una práctica que se interrelaciona de manera compleja con otras actividades humanas y ecológicas y con motivaciones fluctuantes.
6. Las selvas vacías son ecosistemas en peligro
La alteración extrema de un ecosistema comporta que sus cadenas alimentarias se debiliten y que el conjunto funcione de manera deficiente. Todo sufre daños: las plantas, las presas, los depredadores. Porque la caza afecta tanto a las especies que mueren como a las que no.