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Su perfil psíquico, más que el de un loco, es el de un visionario que, pese a sus alucinaciones, tiene momentos de lucidez mental en los que dice cosas muy sensatas. En el fondo, su relativa locura no es mucho mayor que la del resto de personajes que pasan por personas normales. Además, posee una gran imaginación, con la cual modificará la realidad a su antojo para poder realizar su sueño de ser un gran caballero andante.
Los personajes de la obra conllevan la unión de los contrarios, lo que los hace vacilar al fluctuar entre una característica de su personalidad y su opuesta. Esta oposición provoca una tensión dramática en sus conciencias. Dicho rasgo se manifiesta principalmente en el héroe, que es loco —en cuanto a su falta de adecuación entre la realidad y la ficción caballeresca— y cuerdo, cuando no se trata de caballerías. Por otra parte, su misma locura lo lleva a desarrollar una grandeza idealista. Es, además, necio y, al mismo tiempo, sabio.
Alonso Quijano murió, pero don Quijote continúa vivo; ahora mismo está en algún lugar, disfrazado de hombre de nuestro siglo, confundiendo tal vez el reflejo de un tubo de neón con el plateado resplandor de un prodigioso cometa... Si le encontráis, por favor, no os burléis de él...3
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Alonso Quijano es el nombre del hidalgo don Quijote, protagonista de la novela Don Quijote de la Mancha, escrita por Miguel de Cervantes, que ya al inicio de la obra explica que Alonso Quijano «quiso ponerse nombre a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar don Quijote. [...] Quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de su patria y llamarse "don Quijote de la Mancha", con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba».[1]
Otros nombres o apodos de Alonso Quijano que van apareciendo a lo largo de la narración son: el Caballero de la Triste Figura, que le pone su propio escudero Sancho Panza, o el Caballero de los Leones, con el que se autotitula don Quijote tras su hazaña con los leones (segunda parte, capítulo XVII). Finalmente, en su pueblo se le concede el apellido de Alonso Quijano, el Bueno.[2]