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nía numerosas obligaciones, de las cuales las principales eran enseñar la doctrina cristiana y defender a sus encomendadosIndios o peones que trabajaban en la mita o tributo en trabajo en beneficio del Estado (construcción de caminos, puentes, edificiosel servicio servir a sus jefes
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La realización de un análisis general acerca de la realidad en su conjunto y en especial de las condiciones de trabajo de los indios mitayos en Potosí, pretende ser el centro de atención de este escrito, bajo un ángulo objetivo y crítico, que contemple en una serie de pinceladas la práxis indígena.
Si bien el conocimiento de las estructuras económicas de Potosí, de los siglos XVI al XVIII no está claro, como los precios, la oferta monetaria, plata en circulación, precio del trabajo, insumos y aportes gratuitos de bienes indígenas; La mita, que podíamos definir como servicio personal casi gratuito, es un hecho incontrovertible que afiebró la vida de los usufructuarios del trabajo minero.
La villa imperial de Potosí, envuelta en leyenda desde sus inicios, parece que fue descubierta por un tal Wallpa, un indio de Chumbibilca, avisando de este hecho a Juan de Villaroel.
Villaroel registraría la primera veta en abril de 1545, bajo el nombre de Descubridora. Vicente Cañete dice: “ el año 1545 se pobló este asiento por muchos vecinos de Porco, Chuquiasca y de otros lugares del Perú que allí acudieron a la codicia de la plata “.
La producción de plata alentó la especulación, movió la economía española y, por ende, la del centro de producción más importante de Iberoamérica: Potosí.
El movimiento económico determinó el movimiento poblador de la ciudad potosina y despoblador en los “ ayllus “ o comunidades indígenas, en los cuales se produjeron migraciones de gran importancia.
El primer censo mandado a levantar por el virrey Toledo, en 1573, dio una población de 120.000 habitantes en Potosí, de los cuales más del 90 % eran indígenas.
Para resaltar su importante población anotaremos que el viajero Gaspar de Barreiros decía que Madrid, en 1572, tenía 5.500 vecinos y que a mediados de ese siglo su población no pasaba de 20.000 habitantes.
En 1611, el presidente de la Audiencia de Charcas, Ruiz de Bejarano ordena un nuevo censo de la villa que dio 114.000 personas, de las cuales 65.000 eran indios, 4.000 forasteros de España, 3.000 españoles nacidos en Potosí, 35.000 criollos y 6000 negros y mulatos. En 1560, en la época de Nestares Marín, el censo arrojó 160000 habitantes. Trece años más tarde, Juan de Matienzo iba anotando los problemas suscitados por la población potosina y la necesidad de separar las rancherías de los indios de la de los españoles y su reordenamiento urbano, disponiendo su trazado por cuadras, cada cuadra con cuatro solares, con calles anchas y plaza en medio.
Las condiciones sanitarias eran pésimas, no había alcantarillado como no había en Madrid, y no pasaba ningún río para arrastrar las aguas sucias. La basura arrojada en la noche a las angostas calles, sin empedrar, era recogida por los indios de trajines para aventarla fuera de la villa.