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La vida es como las vacaciones: nadie sale de su trabajo pensando en el día en que tiene que volver: está pensando en tirarse en el sofa de su casa, o armar las maletas para viajar.
Nadie va al cine pensando en los créditos del final: todo el evento es la experiencia.
Esto tiene que ver con un sesgo cultural: la Naturaleza vive de estados, el ser humano inventó las metas. Los animales y los niños disfrutan su vida sin pensar en la muerte, sólo en el presente. Sin importar cuánto viva un animal, el 99% de su vida es feliz, la vivió a su manera, y el trance final fue corto e insignificante.
El ser humano inventó metas e hitos, o sea vive en un estado de ‘deuda’ o ‘expectativa de recompensa’ mientras no se cumple la meta, y sólo celebra cuando la logra. En resumen, vive el 99% del tiempo obsesionado con el futuro, y un 1% feliz.
La muerte contradice esta mentalidad: la recompensa es siniestra, luego la vida entera se convierte en una espiral sombría e insípida, sin diversión ni premio final.
La razón de vivir es estar en el momento presente. El futuro no existe, es una construcción intelectual (supongo que mañana es lunes porque hoy es domingo, supongo que un día voy a morir porque otros han muerto, etc.), que se planifica para dirigir el presente, no para obsesionarse ni para convertirlo en el fin de la vida.
A mi edad tengo varios porcentajes de enfermar de cáncer, de morir en accidentes o de morir de infarto cerebral antes que despierte mañana. ¿Que pienso al respecto? Que hoy el día está perfecto para salir en kayak, asi que aquí me despido. Que tengan un excelente día.
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Quizás el no saber cuando moriremos