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Según un estudio llevado a cabo por el investigador Flávio dos Santos Gomes, en la actualidad existen en Brasil casi 5 mil comunidades rurales negras, remanentes de antiguos palenques o quilombos [enclaves remotos donde se agrupaban] de esclavos fugados. Cuando se propuso estudiar el hilo conductor entre la actualidad y el pasado esclavista, Dos Santos Gomes se topó con un hiato que abarca desde la abolición de la esclavitud (en 1888) hasta algo menos de 100 años después, cuando las comunidades de los palenques comenzaron a ganar visibilidad con la oficialización del término “remanente de quilombos” en la Constitución Braisleña de 1988. El investigador, historiador y docente de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), estudia la esclavitud desde el comienzo de los años 1990. Las fuentes habituales sobre ese tema, tales como procesos penales, registros policiales y noticias en los periódicos, “mencionaban a los palenques y los intentos por destruirlos y capturar a sus moradores”, según refiere el investigador, pero no decían nada del modo como sobrevivían.
“Decidí partir desde otra perspectiva”, relata Dos Santos Gomes. “Me aboqué al estudio de las comunidades negras rurales de todo el país, sus orígenes y transformaciones, principalmente durante el período posterior a la abolición. Vislumbré que se podía analizar la formación de un campesinado negro en Brasil”. El resultado de ese trabajo consta en el libro lanzado recientemente, intitulado Mocambos e quilombos – Uma história do campesinato negro no Brasil (editorial Companhia das Letras), que se basa principalmente en la investigación intitulada “Cartografías de una plantación: demografía, cultura material y arqueología de la esclavitud y del período posterior a la emancipación de Brasil”, actualmente en curso en el Instituto de Historia de la UFRJ, con el patrocinio de la Fundación Guggenheim, de Estados Unidos, de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de Río de Janeiro (Faperj) y del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq). El libro incluye una lista de todos los palenques remanentes en el país.
El rasgo de continuidad entre pasado y presente quedó manifiesto en la actividad comercial. Desde un enfoque tradicional, mocambos (choza, tapera) y quilombos ‒denominaciones que, en épocas y lugares diferentes, designaron al mismo fenómeno‒ eran reductos aislados de negros fugitivos que solamente producían para el consumo propio. “Esas comunidades estaban permanentemente conectadas con comerciantes de la sociedad de su entorno, como por ejemplo, taberneros, almaceneros y redes mercantiles”, afirma Gomes. “Eran conglomerados agrarios articulados, y los excedentes de su producción abastecían a las redes locales, que abarcaban haciendas, villas, ferias y tiendas de intercambio”. A la par de las transacciones comerciales, también se produjeron intercambios religiosos y culturales, así como un mestizaje étnico.