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Explicación:
Karl Marx a juicio de varios filosofos e historiadores no se le concibe como un sociólogo sin embargo hay que destacar que en la teoría marxista hay una sociología la cual se explica en el siguiente argumento:
El pensamiento Marxista matiene la unidad de la realidad y del conocimiento, de la naturaleza y del hombre, de las ciencias de la materia y de las ciencias sociales.
Es posible analizar las obras de Marx reconociendo en ellas una sociología de la familia, de la ciudad y del campo, de los grupos sociales, de las clases sociales, de las sociedades en su conjunto, del conocimiento, del estado, etc.
La concepción marxista del hombre, anclada en el antropocentrismo de la ilustración, tiene tres elementos básicos: el reconocimiento del derecho al desarrollo individual, una responsabilidad social compartida en aras de la
Satisfacción de las necesidades individuales y la racionalización de las relaciones sociales.
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La Teoria Marxista El Marxismo La Lucha de Clases Los Obreros
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La Teoria Marxista El Marxismo La Lucha de Clases Los Obreros
Entenderemos por “marxismo a la teoría científica que expresa los intereses históricos revolucionarios del proletariado como clase social. Su producción va a estar condicionada por la existencia de esta clase cuyos intereses históricos van a pasar por la supresión de toda forma de explotación.
Será el punto de vista proletario, aún no fundado científicamente, de Carlos Marx y Federico Engels el que les permitirá producir esta teoría apoyándose, pero a la vez rompiendo con ellos, en los logros de la economía política clásica, la filosofía alemana y el socialismo francés.
Si el liberalismo había removido las bases del mundo medieval que agonizó durante la «Edad Moderna», el nacimiento del marxismo va a sacudir hasta sus más profundas raíces el pensamiento del siglo XIX. Como dicen Marx y Engels en sus primeras palabras del Manifiesto Comunista: «Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo». Nada mejor que esa frase para comprender lo que significó el marxismo en su época.
El liberalismo había cuestionado la legitimidad del poder basado en la voluntad de Dios, había proclamado la libertad de conciencia y había reconocido la libertad económica como «natural». Todo eso había escandalizado a los conservadores que seguían soñando con un mundo teocéntrico, estático y cerrado.
Pero el mensaje marxista, para la Europa de su tiempo, es mucho más conmocionante aún, porque venía a decir que Dios era un invento de las clases dominantes para adormecer a los pobres, que era inevitable la inminente supresión de toda forma de propiedad privada y anunciaba el arribo de un paraíso terrenal, sin dios, sin familia ni propiedad, donde todo, incluso las mujeres y los hijos sería propiedad de todos, hasta llegar a suprimir al mismo Estado.
Para colmo, estas ideas no eran fruto de una mente afiebrada sino el enjundioso trabajo de un economista serio, estudioso y extremadamente detallista en sus razonamientos.
En general, la mayoría de las personas creen que el marxismo consiste en suprimir la propiedad privada y entregar el manejo de la economía al Estado. Esta es una simplificación extrema del pensamiento de Marx, que es sumamente elaborado y complejo. Lo primero que sorprende al que acomete la ardua tarea de leer las obras de Marx, en especial los tres voluminosos tomos de «El Capital » es que Marx casi no habla ni de socialismo, ni de comunismo, sino que se refiere exclusivamente a la crítica del sistema capitalista.
El marxismo como teoría científica no es producto del trabajo en el laboratorio, y así como su surgimiento va a estar condicionado por las luchas de clases, su rol de ideología del proletariado revolucionario define su sentido último: su reinscripción en la lucha revolucionaria como ‘guía de la acción”. Su realización histórica se encuentra en la práctica social del proletariado, transformándose así en fuerza material de cambio por lo que es imposible referirse al marxismo como teoría científica sin hacerlo al mismo tiempo con su expresión en la práctica política revolucionaría.
Estos dos niveles, diferentes pero internamente ligados, teoría y práctica revolucionaria serán los dos ejes centrales de nuestra esquemática exposición.
El marxismo como teoría. Las diversas concepciones con que se interpretaban hasta Marx y Engels los fenómenos históricos suponían, de una u otra forma, el idealismo filosófico. Todo proceso concreto era entendido como un momento de la realización de un principio ideal, ya sea directamente religioso (voluntad divina) o metafísico filosófico (la realización de la Idea Absoluta, del destino de Libertad, de Nacionalidad, etc.). Así, se fundamentaban las diversas “filosofías de la historia” que, para los fundadores del marxismo, no serían en definitiva más que ideologías de las diversas clases dominantes. El orden existente, basado en la explotación de clase, encontraba en los principios ideales que supuestamente movían los hechos de la historia humana una garantía absoluta que los legitimaba y justificaba.
La revolución teórica que opera Marx desde la perspectiva del proletariado supone un cambio radical de los términos en que se planteaba el problema e inaugura un nuevo espacio teórico, no regulado por la elaboración de principios ideales imaginarios, sino por el conocimiento de las leyes objetivas del campo social especifico en estudio: el Materialismo Histórico. Ciencia que sacará el problema del terreno de las “filosofías de la historia” y que obrará condicionando la elaboración de las bases de una nueva filosofía: el Materialismo Dialéctico.