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A partir de 1810 el correo en Buenos Aires cumplió un papel muy importante en el nacimiento de la patria, cuando en la primera junta se enviaron partes y ordenes.
En 1826, el presidente Bernardino Rivadavia envió al Congreso un proyecto de nacionalización de correos y creo la Dirección General de Correos, Postas y Caminos a cargo a cargo de Juan Manuel de Luca que se desempeño en ese puesto por 32 años. Luego tomo el cargo Gervacio Antonio de Posadas, quien coloco los primeros buzones en Buenos Aires, reglamento el servicio de carteros y redujo las tasas postales.
A partir de 1853, el correo fue considerado como un servicio fundamental, tanto que estaba comprendido dentro de las garantías de la constitución Nacional sancionada en Santa Fe, que aseguraba la inviolabilidad de la correspondencia.
En 1855, en el mensaje de apertura de las sesiones del congreso, el presidente Justo José Urquiza informo sobre la creación de un servicio de correo que llamaron Mensajerías argentinas. Este servicio se prestaba por medio de diligencias que salían desde Rosario hacia Santa Fe, Córdoba y Mendoza. Otras partían desde Córdoba hacia Tucuman, Salta y Jujuy, y otras desde Mendoza a San Juan.