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Estímulo y salivación
La magnitud de las respuestas a los diferentes estímulos puede medirse por el volumen total o el número de gotas segregadas en una determinada unidad de tiempo. Desde la habitación contigua, y a través de un cristal, el experimentador puede observar la conducta del perro, aplicando los estímulos y valorando las respuestas. Antes de empezar el experimento, Pavlov midió las reacciones de salivación a la comida en el hocico, que fue considerable, mientras que salivó muy poco sometido al estímulo del sonido. A continuación, inició las pruebas de condicionamiento. Toca la campana (estímulo neutral), e inmediatamente después presentó comida al animal (estímulo incondicionado), con un intervalo muy breve. Repitió este par de estímulos muchas veces durante varias semanas, siempre cuando el perro estaba hambriento. Después, transcurridos varios días, tocó solamente la campana y la respuesta salival apareció al oírse el sonido, a pesar de que no se presentó la comida. La respuesta había quedado condicionada a un estímulo que no había podido producirla previamente.
La salivación del perro ante la comida es una repuesta incondicionada; la salivación tras oír la campana es una respuesta condicionada. El estímulo neutro que supone inicialmente la campana se convierte finalmente en un estímulo condicionado. Este estímulo condicionado (sonido), es como una señal que avisa que el estímulo incondicionado (comida), está a punto de aparecer. Finalmente, existe el refuerzo, que es el fortalecimiento de la asociación entre un estímulo incondicionado con el condicionado. El reforzamiento es un acontecimiento que incrementa la probabilidad de que ocurra determinada respuesta.
La definición de condicionamiento clásico o respondiente es la formación (o reforzamiento) de una asociación entre un estímulo neutro y un reflejo.
Los principios del condicionamiento respondiente se utilizan, entre otros, para la adquisición de hábitos como el control de esfínteres. Los estímulos pueden clasificarse en sensoriales, propioceptivos y verbales.
Este tipo de condicionamiento depende siempre de la provocación de la respuesta. La comida provoca salivación; una fuerte luz provoca contracción pupilar. Por ello se le da en nombre de condicionamiento respondiente.
Cuando se presenta repentinamente un estímulo condicionado pero sin asociarle el estímulo incondicionado, deja de provocar la respuesta. En el caso del perro de Pávlov, dejaría de salivar ante la campana si, repentinamente, no va acompañada de alimento. Cuando el estímulo condicionado ya no provoca la respuesta, se dice que el reflejo condicionado se ha extinguido. La reaparición de una respuesta condicionada extinguida previamente, tras un periodo de descanso, se conoce como recuperación espontánea. Si el perro de Pavlov vuelve a la situación experimental, tras algún tiempo de ausencia, la campana podría provocar nuevamente la respuesta de salivación.
La generalización del estímulo supone una tendencia a producir la respuesta condicionada ante estímulos similares al condicionamiento. El perro responderá a sonidos más o menos similares al de la campana.
Asimismo se aprende a discriminar, esto es, a aprender a responder a un estímulo y a inhibir esa respuesta a un segundo estímulo parecido