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Respuesta:
Nuestros actos no son indiferentes a los demás. Esto se ve con las noticias que pueden conmover al mundo entero (Hitler, Stalin, Einstein, Juan Pablo II, Michel Jackson, etc.). Esto se debe a que el hombre es sociable por naturaleza.
Nuestro desarrollo humano no puede ser ajeno al resto del mundo. Necesitamos de los demás y los demás necesitan de nosotros. Pero, para que haya desarrollo, los actos deben ser buenos. Los actos malos frenan, menguan o dañan el desarrollo de los demás. Claro que la afección es diferente para los cercanos que para los lejanos; pero se comunica de los cercanos a los lejanos.
Dios ha querido que nuestros actos tengan mucha trascendencia para que nuestro mérito sea grande, a pesar de nuestras fuerzas pequeñas. Esto es así porque debemos ser manifestación del poder de Dios. Pero igualmente tenemos la responsabilidad grande de nuestros pecados, aparte de la ofensa a Dios que eso supone.
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