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ExpliSolo en España se generan alrededor de 300.000 toneladas de neumáticos usados cada año, pero únicamente una pequeña parte se recicla. Casi la mitad de esta enorme cantidad de desechos no está controlado y otro tanto se acumula en vertederos controlados. Una gran diferencia frente a países ejemplares como Francia, Alemania y Austria, con una media de un 60 por ciento de reciclaje.
La norma, sin embargo, son porcentajes mucho menores. Un panorama desolador en la mayoría de los países, salvo excepciones como las apuntadas, donde se aplican políticas más eco-responsables y, sobre todo, consiguen hacerlas cumplir, ya que demasiado a menudo se hace caso omiso de la prohibición de echarlos a los vertederos.
A menudo, para acabar con estos residuos se queman, en ocasiones en hornos industriales, pero es evidente que trasladar la contaminación a la atmósfera en forma de grandes cantidades de sustancias tóxicas es crear otro problema.
La solución tampoco es almacenarlos. Su almacenamiento acaba siendo también sinónimo de polución por su degradación química pues, si bien no son biodegradables, sí experimentan una peligrosa descomposición parcial que contamina lo suyo.
A la hora e reciclarlos pueden utilizase distintas técnicas, como la termólisis, la trituación mecánica o criogénica, la pirólisis o la incineración. Cada una de ellas tiene sus ventajas y sus inconvenientes a la hora de valorar un mayor o menor aprovechamiento de la materia prima y también en cuanto a los distintos niveles de toxicidad asociada a cada una de ellas.
Como medida compensatoria a nivel ambiental, la etiqueta informativa de los neumáticos, en vigor desde 2012, se divide de la A a la G, informando de una mejor o peor resistencia a la rodadura, a la capacidad de frenado sobre suelo mojado y a el nivel de decibelios producidos.
El objetivo no es clasificar los neumáticos en función de su material más o menos contaminante sino sobre su eficiencia a la hora de comportarse, lo que supone un menor consumo energético y una mayor seguridad vial. Por ejemplo, la etiqueta A consume un 7,5 por ciento menos de combustible que el G, último de la categoría, y también frena bastante antes.
Y es que el combustible no es el único responsable de la polución de los medios de transporte, por lo que bien está que gracias al etiquetado ecológico de los neumáticos pueda lograrse un consumo más eficiente.cación: