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Entre los animales que han perdido características morfológicas durante su evolución, se pueden mencionar el Pingüino Adelaida, la Polilla del abedul y el ser humano.
Existe una teoría, la de Charles Darwin, según la cual, las especies para poder sobrevivir debían adaptarse a su medio ambiente en un proceso llamado selección natural. Así pues, las especies que ahora pueblan nuestro planeta provienen de otras especies distintas que existieron en el pasado y que pudieron haber tenido características morfológicas (de forma, estructura interna y apariencia) muy diferentes.
La adaptación a esta cambiantes condiciones ambientales pudieron haberse concretado muy lentamente. Este sería el caso de especies actuales, como algunos insectos, cuya morfología, según registros históricos no parece haber cambiado mucho con el transcurso del tiempo. Existen, por el otro lado, otras especies conocidas como especies de rápida evolución que se han adaptado a gran velocidad haciendo las adaptaciones morfológicas necesarias para resistir dichos cambios.
En líneas generales, todas las especies que se pueden ver en la actualidad han sufrido cambios. En el caso de las mencionadas al comienzo, se les considera dentro del grupo de las que han sufrido las mutaciones más apreciables.
Pingüino Adelaida (Pygoscelis adeliae): Estos pingüinos viven en la Antártida. Se cree que inicialmente podían volar y que en el transcurso del tiempo tuvieron que adaptarse a su nuevo entorno que era más marino que aereo. Producto de la mutación, desarrollaron articulaciones para nadar, generaron grandes capas de grasa corporal para soportar bajas temperaturas y desarrollaron la capacidad de caminar erguidos en tierra y alimentarse bajo el agua. Estudios de ADN revelan que esta especie evolucionó de 2 a 7 veces más rápido que otra especies hermanas. Atribuyen al cambio climático de su entorno como el factor desencadenante de la evolución.
Polilla del abedul (Biston betularia): También conocida como polilla moteada. Se puede encontrar en las islas británicas. Los científicos afirman que en los los últimos 200 años, este insecto ha actualizado su sistema de camuflaje. Con el objetivo de poder confundirse en un entorno que se ha contaminado progresivamente, esta polilla se ha vuelto más oscura para así mimetizarse con el medio ambiente.
El ser humano. Según los estudios antropológicos, fue alrededor de unos 5 millones de años que el hombre se separó de otros simios y comenzó su evolución. Sin embargo, investigaciones más recientes apuntan a que su evolución aún se mantiene en proceso. Así pues, se cree que fue hace no más de 10.000 años que los europeos mutaron a piel más clara para poder absorber más vitamina D durante los días con menos luz solar.