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Respuesta:En casi todos mis artículos, durante varias décadas, he subrayado los nombres de algunos escritores, pensadores y científicos realmente solitarios. Entre ellos Parménides, san Agustín de Hipona, Moshé Maimónides, Pierre de Fermat, Immanuel Kant, José Antonio Domínguez, Boris Pasternak, Kurt Gödel, Robert Oppenheimer, Edilberto Cardona Bulnes y John Nash. Desde luego que también me he ocupado, con algún detenimiento, de la personalidad de Heráclito, el filósofo enigmático por antonomasia. Deliberadamente solitario porque él nada quería saber de sus paisanos de Éfeso. Ignoramos qué daños físicos o intelectuales le habían inferido al filósofo. Heráclito tampoco quería saber de las opiniones generales de los hombres ordinarios y mayoritarios de su época, porque se negaban a escuchar los indicios entrecortados del Oráculo de Delfos. Pero sobre todo se negaban, incluso algunos poetas, a recibir el nuevo “logos”, revelado o desprendido de los descubrimientos de su alta sabiduría armoniosa y contradictoria.
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