cuáles han sido las grandes revoluciones de la historia en Europa y América en el siglo XIX y XX
Respuestas
Respuesta:
Muchas son las guerras, revueltas, revoluciones, conflictos, etcétera que se han sucedido a lo largo de la Historia, tanto a nivel local, como regional o mundial y todo ellos derivados de unas determinadas condiciones y con unas determinadas consecuencias. Sería totalmente imposible analizarlos todos ellos en un post de este tipo sin embargo vamos a presentar aquellas revoluciones en mayúsculas que supusieron un cambio radical en el devenir de las sociedades humanas y sin las cuáles la vida de hoy no sería tal y como es. No muestro «Grandes Revoluciones» ordenadas por orden de importancia, si no siguiendo un orden estrictamente cronológico; queda en manos de cada uno decidir cuáles tuvieron una mayor trascendencia que otras. En cualquier caso, todas ellas ocurrieron en su justo momento, no pudieron surgir antes, ni tal vez después, sólo en el momento en que las condiciones fueron propiciar para generar el germen de lo que más tarde llamaríamos revolución.
Explicación:
Fue la primera de las grandes revoluciones que transformaron los modos de vida humanos. Su importancia radica en que las poblaciones dejaron de ser nómadas para hacerse sedentarias además de producirse un trascendental cambio económico pues se pasó de una economía depredadora (caza, pesca y recolección) a una economía productora de alimentos (agricultura y ganadería) y, por lo tanto, a la domesticación de diversas especies animales. Sin esos cambios no habría sido posible la aparición de los primeros núcleos poblaciones urbanos y, por lo tanto, del período histórico en sí.
La Revolución Neolítica
La Revolución Neolítica
Sobre sus orígenes aún existe una importante diversidad de opiniones. Aunque el cambio socio-económico derivó en líneas generales de la severa crisis climática que siguió a la última glaciación, algunos expertos aseguran que la clave reside en la superación del llamado «umbral de poblamiento» según el cuál una economía depredadora sólo es posible con una densidad de población no superior a un habitante por kilómetro cuadrado de tal forma que, superado dicho umbral en el área del Creciente Fértil, la economía recolectora se tornó insuficiente siendo por tanto la necesidad de alimento lo que impulsó al ser humano a agudizar el ingenio e «inventar» la agricultura y la ganadería y, con ello, a ocupar y establecer poblamientos permanentes.
Revolución industrial (siglo XVIII)
La Humanidad tuvo que esperar hasta mediados del siglo XVIII de nuestra era para experimentar el mayor conjunto de transformaciones sociales, económicas, tecnológicas y culturales desde el Neolítico. Originada en Inglaterra y extendida al resto del mundo a partir ya de la siguiente centuria, la Revolución Industrial transformó de forma drástica los modos de vida hasta entonces conocidos: la fuerza animal fue sustituida por la fuerza de las máquinas, surgieron nuevos medios de transporte que permitieron un auge del comercio hasta entonces desconocido incrementando a su vez la movilidad de la población, las antiguas ciudades se transforman en centros de producción industrial caracterizados esencialmente por la presencia de fábricas y barrios obreros. Pero, aunque con el paso de los siglos el empuje de desarrollo que supuso la revolución industrial es evidente, lo cierto es que causó un grave trauma a la sociedad de la época: supuso un fuerte cambio psicológico pues los ritmos de trabajo ya no estaban marcados por la naturaleza, como es propio de una sociedad eminentemente agrícola, si no por las máquinas y «el empresario», quien marcaba jornadas de trabajo desde el amanecer hasta el anochecer, en condiciones totalmente insalubres, sin ningún tipo de protección social, en condiciones de hacinamiento y con un trabajo infantil plenamente extendido e incluso normalizado. Así, el alcoholismo o la prostitución se convirtieron en parte del paisaje de la nueva ciudad industrial, fruto del fuerte pesimismo y depresión infligido por las nuevas condiciones de vida. Pero fueron sin lugar a dudas estas tremendas y negativas condiciones las que impulsarían la aparición de nuevas ideologías a partir del momento en que la nueva clase obrera comenzase a tomar conciencia de grupo y, por lo tanto, de la necesidad de aunar fuerzas para defender unos intereses que les eran comunes. Fué así como llegarían otras revoluciones posteriores esta vez, ya con un marcado carácter político e ideológico.