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2
A Mrs Caldwell de Camilo José Cela
Ayer acompañé a un cuerpo a su sepultura,
ayer dejé un cuerpo en mis manos de ladrillo
en la soledad...
ayer dejé mi aliento en bóveda muda,
tras la luz, mi agonía,
tras la muerte los despojos...
un sudor a sal y la amargura...
un olor a viento gélido y picante,
mas mis ojos desbaratados,
podridos en lágrimas, fríos...,
terminan encerrados al vacío en latas
un corazón insaciable...
mil cábalas, un solsticio escrito en la pared
con granito, con el eco de un amor
un bisturí y azafrán...
cómo me trastorna tu deceso
y es que tu ausencia es mi fantasma,
tras la puerta tu voz...
mi demencia: las ansias de encontrarte amor mío, hijo mío.
Hay lugares y estados a los que siempre se vuelve
porque son pan, porque preconizan el final।A Nelson Estupiñán Bass
Soy un noctámbulo panegirista de la ciudad,
me gustan las paredes y su amplia boca,
su grito me sumerge en las eternas ansiedades
de pregonar la verdad,
de denunciar al sol crujiente que ayer no salió,
al asqueroso polvo que ensució mi ropa interior,
a la lluvia impávida que secó la flor de mi pasión...
al nocturno aroma de melancolía que devoró
a mi amigo, “el que era mi otro yo”...
a la ternura de la mujer que entiende e interpreta mi son...
El reto de la inmortalidad ante la palabra huidiza,
ante la acción impostergable del silencio:
cala, cuestiona, mata…
Ligamen
Soledad que te metes en mi alma
y engulles mi cuerpo en el supremo silencio:
¿cómo descansarán mis huesos
cuando tu aliento acentúe tu presencia?
¡Soledad madre mía!
perfumas mis manos.
Soledad que anegas mis ojos,
soledad que engendras postigos,
soledad que cultivas rastrojos
y plantas mis espejismos en desbandadas clandestinas,
como incienso aromático.
¡Soledad madre mía!
marcas mis escapismos por las ventanas:
en música, en disparates...
renueva el compromiso de pintar
el agua que se escapa,
el arte que respiro...
¡Soledad, madre mía!
en la tumba me esperas
para contarte cuentos
como me los cuentas en esta vida.
Horno
Palabras, ríos de palabras,
ríos ajenos... distantes,
solapados mundos...
seductores pasadizos…
Sí, pasadizos, parapetos, máscaras...
espejismos...
El barro guarda las palabras
como en un cementerio,
mientras en mi ser
la palabra pasa, fluye, huye...
y me engaño pensando que es cautiva,
que la domino...
si pudiera aprisionar una palabra,
una sola que no pase,
¡que realmente sea mía!
¿díganme cómo la atrapo?
Nací del silencio y al silencio me encamino...
¿existirá el eco de una palabra
cuando me haya ido...?
Una palabra, por favor,
una palabra que sea mía...
¿cómo la atrapo?
Es un horno encendido
yo un silencio… un mendigo,
… y en breve un muerto.
Las acciones cotidianas sueñan preñarse de olvido o de historia
el tiempo simplemente pasa.
.
Ayer acompañé a un cuerpo a su sepultura,
ayer dejé un cuerpo en mis manos de ladrillo
en la soledad...
ayer dejé mi aliento en bóveda muda,
tras la luz, mi agonía,
tras la muerte los despojos...
un sudor a sal y la amargura...
un olor a viento gélido y picante,
mas mis ojos desbaratados,
podridos en lágrimas, fríos...,
terminan encerrados al vacío en latas
un corazón insaciable...
mil cábalas, un solsticio escrito en la pared
con granito, con el eco de un amor
un bisturí y azafrán...
cómo me trastorna tu deceso
y es que tu ausencia es mi fantasma,
tras la puerta tu voz...
mi demencia: las ansias de encontrarte amor mío, hijo mío.
Hay lugares y estados a los que siempre se vuelve
porque son pan, porque preconizan el final।A Nelson Estupiñán Bass
Soy un noctámbulo panegirista de la ciudad,
me gustan las paredes y su amplia boca,
su grito me sumerge en las eternas ansiedades
de pregonar la verdad,
de denunciar al sol crujiente que ayer no salió,
al asqueroso polvo que ensució mi ropa interior,
a la lluvia impávida que secó la flor de mi pasión...
al nocturno aroma de melancolía que devoró
a mi amigo, “el que era mi otro yo”...
a la ternura de la mujer que entiende e interpreta mi son...
El reto de la inmortalidad ante la palabra huidiza,
ante la acción impostergable del silencio:
cala, cuestiona, mata…
Ligamen
Soledad que te metes en mi alma
y engulles mi cuerpo en el supremo silencio:
¿cómo descansarán mis huesos
cuando tu aliento acentúe tu presencia?
¡Soledad madre mía!
perfumas mis manos.
Soledad que anegas mis ojos,
soledad que engendras postigos,
soledad que cultivas rastrojos
y plantas mis espejismos en desbandadas clandestinas,
como incienso aromático.
¡Soledad madre mía!
marcas mis escapismos por las ventanas:
en música, en disparates...
renueva el compromiso de pintar
el agua que se escapa,
el arte que respiro...
¡Soledad, madre mía!
en la tumba me esperas
para contarte cuentos
como me los cuentas en esta vida.
Horno
Palabras, ríos de palabras,
ríos ajenos... distantes,
solapados mundos...
seductores pasadizos…
Sí, pasadizos, parapetos, máscaras...
espejismos...
El barro guarda las palabras
como en un cementerio,
mientras en mi ser
la palabra pasa, fluye, huye...
y me engaño pensando que es cautiva,
que la domino...
si pudiera aprisionar una palabra,
una sola que no pase,
¡que realmente sea mía!
¿díganme cómo la atrapo?
Nací del silencio y al silencio me encamino...
¿existirá el eco de una palabra
cuando me haya ido...?
Una palabra, por favor,
una palabra que sea mía...
¿cómo la atrapo?
Es un horno encendido
yo un silencio… un mendigo,
… y en breve un muerto.
Las acciones cotidianas sueñan preñarse de olvido o de historia
el tiempo simplemente pasa.
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