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El calcetín de la suerte
Carlitos, era uno de esos niños que era incapaz de salir de casa sin llevar puestos unos calcetines que le había regalado su abuela. Eran tan bonitos y calentitos, que al pequeño le encantaba llevarlos a todas partes, para enseñárselos a sus amigos.
Un buen día, cuando su mamá se los llevó para lavarlos en la lavadora, uno de los calcetines desapareció sin dejar rastro. Enterado de la noticia, el pobre Carlitos se puso tan triste, que se negaba a salir de casa, hasta que volviera a aparecer su calcetín perdido. A tal grado llegó su disgusto, que sus padres tuvieron que llamar a su abuela, para que intentara convencerle.
Tras descansar de su largo viaje, la abuela Carmen entró en la habitación del pequeño y le dijo:
-¿Por qué lloras mi chiquitín?
-Ay abuela-dijo hecho un mar de lágrimas-no se como ha pasado, pero alguien me ha quitado uno de los calcetines que me regalaste.
-Ya se que te gustaban mucho, pero seguro que ese calcetín está ahora en un lugar mucho mejor.
-Pero abuela-dijo gimoteando- ¿Cómo puedes decir eso?
-Porque esos calcetines que te regalé, son mágicos y llevan la buena suerte a aquel que le hace falta. Tu ahora solo tienes uno, porque en algún lugar del mundo, hay otro niño al que le hace falta tener más suerte que tú.
-Entonces abuela, ¿este también se marchará?
-Puede hacerlo, a menos que me prometas dejar de llorar y vuelvas al colegio con tus amigos. ¿Lo prometes?
-Lo prometo abuela.
Cuando un calcetín se pierda y no puedas dar con su paradero, recuerda que quizás esté ayudando a alguien a resolver sus problemas.
Respuesta:1. El niño y los clavos
Había un niño que tenía muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, clavase un clavo en la cerca del patio de la casa. El primer día, el niño clavó 37 clavos. Al día siguiente, menos, y así el resto de los días. Él pequeño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter que tener que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y fue alegre a contárselo a su padre. ¡Había conseguido, finalmente, controlar su mal temperamento! Su padre, muy contento y satisfecho, le sugirió entonces que por cada día que controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca. Los días pasaron y cuando el niño terminó de sacar todos los clavos fue a decírselo a su padre.
Entonces el padre llevó a su hijo de la mano hasta la cerca y le dijo:
– “Has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron. Jamás será la misma. Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal carácter dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa que pidas perdón. La herida siempre estará allí. Y una herida física es igual que una herida verbal. Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte”.
Explicación:dime si esta bien broo