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La histórica de los judíos comprende la historia judía o conjunto de hechos históricos relevantes para el pueblo o nación que desciende de los patriarcas hebreos, especialmente de Jacob, quien en la Biblia es renombrado "Israel".[2] La historia judía es la historia del pueblo judío, y no exclusivamente la historia del judaísmo en tanto que religión.[3] Historia judía es entonces sinónimo de Toldot Am Israel (hebreo: תולדות עם ישראל—Historia del pueblo de Jacob/Israel), entendido ello en su sentido más amplio, es decir, abarcando tanto a hebreos, israelitas y judíos, como a judeo-israelíes,[4] así como también a su cultura como conjunto.
Por judíos se entiende no sólo al grupo que observa o profesa la religión judía, sino también a los integrantes del mencionado pueblo o nación, más allá de que sean religiosos o laicos, agnósticos o incluso ateos: ser judío no es solo un asunto de religión sino también de condición, y la condición judía es un resultado directo de las vicisitudes de su historia, raramente exentas de interacción con los demás pueblos.[5]
Inmediatamente después de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén y la pérdida del espacio territorial judío como país independiente en 70 E.C., tuvo lugar una gran dispersión de los judíos por el mundo, a la que se conoce como Diáspora.[6] Durante casi 2000 años, la gran mayoría de los judíos residió en tierras de otros pueblos, donde de algún modo u otro logró preservar su religión e identidad colectiva (Am Israel).[7] Acogidos por ser históricamente los primeros monoteístas tanto en tierras cristianas como musulmanas, los judíos se adaptaron a nuevos contextos, pero se encontraron generalmente ubicados en los márgenes de las sociedades no judías.[8] Conocieron la tolerancia y el intercambio, pero también el antijudaísmo.[9] A pesar de ello, a menudo gozaron de cierta autonomía como grupo minoritario, particularmente en el plano religioso-legal y su organización interna como comunidad judía (קהילה יהודית).[10] Significativamente, ya en tierras cristianas o musulmanas, la vida de los judíos estuvo siempre estrechamente ligada a su propia religión e identidad colectiva.[7] Con el advenimiento de las revoluciones dieciochescas, especialmente la Revolución Francesa en 1789, y el subsecuente surgimiento decimonónico de los nacionalismos europeos, la Emancipación de los judíos y el antisemitismo, la condición socio-política de los judíos —o judeidad— pasó a ser asunto debatido en Occidente y, si bien aún no existía un país judío independiente, la noción de los judíos en términos de pueblo poco a poco fue dando lugar a la idea de una nación, por ese entonces apátrida.[11]
Atuendos de los judíos de Francia y Magreb, desde el medioevo hasta el siglo XIX.[12]
La historia del pueblo judío comprende así una serie de sucesos que atañen a un pueblo en su gran mayoría disperso y por lo general minoritario en relación a los demás grupos humanos que de un modo u otro coexisten con él. Tal situación se verifica por lo menos desde el siglo I de nuestra era en adelante.
Mientras que la historia del pueblo hebreo abarca cuatro mil años, la historia del pueblo judío se halla directamente ligada al mismo y data de tres mil años, comprendiendo a su vez a centenares de diversas poblaciones en los cinco continentes.[13] En el siglo XXI, fuera de las poblaciones de Estado de Israel, se trata por lo general de poblaciones minoritarias, culturalmente diversas y geográficamente distribuidas en metrópolis y áreas urbanas.
Al igual que otras religiones, el judaísmo ha conocido distintas corrientes o cismas. Pero la particularidad del pueblo judío, y lo que le diferencia de otros, es su distribución en el mundo, acompañada de su unidad en torno a creencias y valores que transmitidos por la religión y la cultura judía. Los valores tradicionales emergen del texto sagrado para el judaísmo, la Torá.[14]
En el Libro de Génesis, la Biblia remonta los inicios de la historia del pueblo hebreo a tres patriarcas: Abraham, Isaac y Jacob. Allí, Jacob es también conocido como Israel (ישראל). En los textos sagrados del judaísmo, Israel es un término que presenta dos significados. Uno de ellos es el de Am Israel (el pueblo de Israel); el otro concierne a la "Tierra Prometida" (הארץ המובטחת),[15] territorio que (una vez que las doce Tribus de Israel se encuentran allí establecidas) pasa a ser denominado Eretz Israel (ארץ ישראל).[16] Para el pueblo judío, la expresión hebrea Eretz Israel se refiere no solo a un utópico sector territorial en el Levante Mediterráneo sino —y en particular— a la "Tierra de Israel", entendiéndose por ello específicamente a la nación o país de los descendientes de Jacob: en hebreo, el nombre oficial del Estado de Israel no es otro que "Medinat Israel" (מְדִינַת יִשְׂרָאֵל), es decir, el "País de Israel".[17]