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¡Ay, qué señor tan vulgar...! Exclama una dama encopetada con el mismo tono con el que Doña Florinda dice: vente tesoro, no te juntes con esa chusma, menospreciando a los aludidos porque según ella pertenecen a una muy baja clase social. La dama encopetada seguramente se referiría a un tipo que se expresaba con palabras soeces y otras groserías.
En ese caso, la dama estaba usando el adjetivo “vulgar” para señalar algo corriente y del peor gusto… y cuando yo le digo a usted que le voy a mencionar algunos vulgarismos, a lo mejor va a pensar que le voy a reproducir aquí algunas de esas groserías o insultos que “acorrientan” el hablar, pero no es necesariamente así.
El vulgo en la antigüedad eran “las grandes masas del pueblo” que se supone que por lo general son gente poco culta y los vulgarismos, simplemente son vocablos que se dicen mal, cambiándoles una o dos letras, como los dice el vulgo, el pueblo, como decir “demen” en lugar de “denme” que es lo correcto.