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Cuenta una vieja leyenda, la historia de un hermoso y noble caballo de brillante pelaje tostado con una mancha blanca en su rostro. Vivía este admirable animal en las montañas Rojas. Era por todos conocido con el nombre de Reto, aunque ninguno sabía porque tenía ese nombre.
Reto era un animal ejemplar, ya que destacaba en innumerables cualidades y destrezas, su belleza y nobleza eran evidentes, también su velocidad, fuerza y valor. Su corazón era bueno y generoso, libre de todo mal.
Muy pocos conocían la historia de Reto, solo conocían el caballo asombroso que veían.
Años antes, Reto nació en una pequeña cuadra en el valle de las montañas Rojas. Reto, era un pequeño potrillo, sin color definido, con una gran mancha blanca en su rostro, sus patas, ahora firmes y fuertes, eran pequeñas y débiles, sus zancadas eran lentas e imprecisas.
Los demás potrillos, que sí tenían un color definido, que tenían un tamaño mayor que el suyo, y unas patas más largas y precisas, solían burlarse de él, se reían de su mancha blanca en la cara. Reto nunca ganaba las carreras, Reto no destacaba en nada y trataba de pasar desapercibido, apenado tratando de evitar las burlas de los otros animales.
Reto, lloraba cuando los demás no le veían. Uno de los caballos ancianos de la cuadra, se acercó a él mientras lloraba.
-¿Por qué lloras Reto?- le pregunto.
-Lloro, porque soy un caballo inútil-respondió Reto-no puedo correr a gran velocidad, soy más pequeño que los demás y tengo esta horrible mancha en la cara.
El anciano caballo, le dijo entonces.
-Sigo sin entender porque lloras, yo no veo en esas razones para llorar. Lo que dices no es real, es lo que tú ves. Es lo que tú crees que ves, porque los demás te han hecho que lo creas así. Yo te miro y veo una hermosa mancha blanca en tu rostro que te distingue de los demás, yo te miro y veo un potrillo que está creciendo y aún ha alcanzado su tamaño. Yo te miro y veo un potrillo que puede correr, aún no muy rápido, pero que podrá correr muy rápido.
Reto, escuchaba sorprendido y algo incrédulo al anciano. Y éste prosiguió hablando:
-¿Sabes por qué te llamas Reto?, te lo voy a explicar. Esas características que a ti te parecen negativas, pueden transformarse en lo que tú quieras, solo tienes que decidir qué quieres ser. Soñar con lo que quieres ser y esforzarte por conseguirlo, todo eso es un reto, que si superas te hará alcanzar tus sueños. No temas conseguirlo, no te impidas intentarlo.
Fue así, de este modo, como Reto reflexiono y eligió su sueño, soñó entonces con ser un caballo ejemplar. Y así empezó cada tarde a hacer carreras, para mejorar su velocidad y fortalecer sus patas. Comenzó a estudiar para ser más sabio. Y se atrevió a participar en más carreras para aprender a participar, y aunque apenas ganaba aprendió a disfrutar, aprendió a conocer sus errores y supo así como mejorar y supo así que es lo que no tenía que hacer la próxima vez.
Una mañana Reto, corrió una carrera y sin darse cuenta la gano. Todos le miraron entre sorprendidos y asombrados. Habían pasado varios años desde que el anciano caballo le explico el porqué de su nombre y ahora Reto había ganado una carrera, por primera vez, y ahora Reto había crecido, sus patas eran firmes y fuertes, su pelaje tostado brillaba y le distinguía de los demás y en su rostro una mancha blanca le definía.
Ahora, después de esforzarse por ello, Reto era lo que había soñado ser. Reto había superados los retos y había cumplido su sueño.