Respuestas
El General Bolívar con fecundidad ardiente, con gran inteligencia. Una primera educación no muy brillante, pero cuidada, de caballero. Gracias a esto pudo abrazar fácilmente las ciencias, las artes, la literatura y dedicarse más profundamente a la ciencia política y arte de la guerra, como también el arte oratorio y al de escribir en los diferentes estilos que debe emplear el hombre de estado, el militar y el hombre privado.
Posee energía; es capaz de una resolución fuerte y sabe sostenerla. Sus ideas nunca son comunes, siempre grandes, elevadas y originales. Sus modales son afables. Practica una sencillez y modestia republicanas, pero tiene el orgullo de un alma noble y elevada. Su genio es emprendedor y une a esta cualidad una gran actividad, mucha viveza y perseverancia. Sus ideas son como su imaginación, llenas de fuego, originales y nuevas, en sus conversaciones hace muchas citas, pero siempre bien escogidas y apropiadas al objeto. Durante la conversación íntima cambia de tema y postura con ligereza. Es muy diferente ver a su Excelencia en una reunión de etiqueta que con sus amigos, con estos es más alegre y, a veces, el más loco… En una reunión de más etiqueta sus modales distinguidos lo hacen resaltar en todos como el más caballero, amable e instruido. En el político es fundamental conocerse. Es rara esta cualidad; lo corriente es que el individuo ignore sus posibilidades, que se supervalore o se subestime, que tenga entrabada su personalidad por una de esas embarazosas armaduras psíquicas que son los complejos. En el prepórtico de su vida pública, Bolívar escribió: "Es siempre útil el conocerse, y saber lo que se puede esperar de sí". Con claridad entendió cuál era su empresa, y no se equivocó en cuanto a su temperamento y sus aptitudes. Dice que no está hecho para la función sedentaria y que detesta la administración. Sabe que los peligros lo tonifican; siente que su ánimo se estimula ante la adversidad. No pide reposo material para pensar mejor; sabia abstraerse, aislarse en medio de humanos torbellinos y concentrarse en la meditación de sus ideas. "Hay hombres -decía- que necesitan estar solos y bien retirados de todo ruido para poder pensar y meditar; yo pensaba, reflexionaba y meditaba en medio de la sociedad, de los placeres, del ruido y de las balas. Sí, me hallaba solo en medio de mucha gente, porque me hallaba con mis ideas y sin distracción". En cuanto a su personalidad mental -en sentido estricto- la apreciación más exacta, comprobable por quienquiera que analice su obra, es la que de manera condensada él mismo formula así en 1825: "No soy difuso.... soy precipitado, descuidado e impaciente..., multiplico las ideas en muy pocas palabras". Estudiaba la personalidad psíquica de sus amigos, y aplicaba a cada uno el tratamiento adecuado; en este sentido es un psicólogo espontáneo, sus cartas más cuidadosas y políticas son para Santander, sus cartas más plenas de nobleza y afecto son para Sucre. El Libertador tenía noción de su propia personalidad, y sabía los linderos y la dimensión de su esfuerzo. Conoció la magnitud de su obra; era llano y sencillo. En las páginas de Peru de Lacroix, quien lo retrata con ojos de intimidad, se advierte la personalidad de Bolívar constituida por rasgos sobrios y severos, fáciles en todo momento de ser reconocidos y observados sin misterio.
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