Respuestas
1. Intervencionismo extranjero
Entre los problemas que algunos ven al proceso globalizador está una cierta disminución de la soberanía nacional. Como los países están tan interrelacionados en lo económico, social, político y cultural, cualquier desvío de las pautas generales es visto con recelo.
Sin embargo, este intervencionismo no es malo ni bueno por sí mismo, simplemente es un rasgo característico de los nuevos tiempos. La bondad o maldad dependerá de las consecuencias. Por ejemplo, que la comunidad internacional obligue a un país a respetar los derechos humanos es algo positivo para sus ciudadanos. Sin embargo, si un grupo de países obliga a otro a adoptar determinadas políticas económicas que van contra la mayoría de su población, será negativo para su sociedad.
2. Pérdida de la identidad nacional
También hay quien ve un peligro de pérdida de la identidad nacional, ya que las sociedades cada vez se parecen más entre sí, con los mismos gustos culturales, modas, etc.
Tal vez haya que situar el debate en si esas identidades nacionales son estáticas o si siempre han estado evolucionando. En este segundo caso, el problema estaría más en la uniformidad que en la transformación. Más que el cambio, lo que preocupa es que este cambio lleve a todos los países al mismo sitio, al mismo estilo de vida.
Pero este proceso no es nuevo. Por ejemplo, un habitante de Nueva York puede tener más en común con uno de Londres que con alguien del rural de su propio país. Y eso ya sucedía hace siglos. Así las cosas, el miedo a la pérdida de la identidad nacional no es solo creer que se abandonan las propias raíces, sino que no se diferencie la forma de vida de un país a otro.
Sin embargo, en la arena política no faltan quienes han enarbolado sus banderas como elemento de diferenciación, apelando a las emociones primarias del sentido de pertenencia. Es el caso de los nacionalismos de extrema derecha en los países del este de Europa y de otros más cercanos, como el caso italiano.
3. Declive de las lenguas minoritarias
Para las lenguas minoritarias sí que se ha detectado un riesgo real de desaparición o, al menos, de pérdida de influencia en sus territorios. En la vida de una persona esto puede ser casi imperceptible, pero en el transcurso de varias generaciones puede darse una paulatina desaparición de muchas lenguas en todo el planeta.
El problema de que una lengua desaparezca no es algo menor. La lengua es el máximo exponente de una cultura y su pérdida conlleva la desaparición de una identidad única e irreemplazable. Por eso, un correcto proceso de globalización debe preocuparse de que esas esencias que definen a los pueblos perduren, en la medida de lo posible.
4. Aumento del desempleo en los países desarrollados
Uno de los aspectos más criticados por los detractores de la globalización económica es la fuga de empresas nacionales a países donde los costes de producción son más bajos. Esta deslocalización ha tenido dos consecuencias perniciosas. Por un lado, al desaparecer los puestos de trabajo se ha incrementado el paro en los países desarrollados. Por otro, se han precarizado los empleos y se han perdido derechos que formaban parte del llamado estado del bienestar.
5. Concentración del capital en grandes multinacionales
Una de las consecuencias del punto anterior es que han crecido las desigualdades. Aumentando sus beneficios y sus posibilidades de competir, las grandes multinacionales son las grandes vencedoras de este modelo de globalización económica. Por el contrario, las pequeñas empresas nacionales y los profesionales autónomos han visto mermar sus ingresos. Por su parte, los trabajadores han perdido capacidad adquisitiva.