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La Constitución es la ley fundamental de un Estado que define el régimen básico de los derechos y libertades de los ciudadanos y los poderes e instituciones de la organización política. Todo ciudadano debería conocerla y respetarla, sin embargo, es el texto menos leído por los argentinos.
Nuestra Carta Magna fue de parición lenta. Desde el 9 de julio de 1816, cuando se declaró la Independencia, transcurrieron 37 años de luchas fratricidas entre unitarios y federales hasta que se sancionó el 1 de mayo de 1853 en Santa Fe, aunque Buenos Aires la suscribió en 1860 cuando se aceptaron sus condicionamientos. Su objetivo era constituir la unión nacional, afianzar la justicia y consolidar la paz interior. Se estableció un gobierno representativo, republicano y federal. El federalismo que adoptó fue moderado ya que reconoció la autonomía de las provincias pero también organizó un poder central. Se aseguró, entre otros cosas, el ejercicio de las libertades individuales y se llamó a habitar nuestro suelo a todos los hombres de distintas nacionalidades, concediéndoles derechos civiles.
A lo largo de la historia, el texto constitucional sufrió reformas. La última fue en 1994. En su conjunto, la modificación no cambió los principales contenidos de la de 1853, aunque sí enmendó parte de la estructura institucional e incorporó nuevos derechos, a partir del reconocimiento de jerarquía constitucional a los tratados internacionales sobre derechos humanos. Entre otros puntos, se aprobó la elección directa del Presidente y Vicepresidente e inclusión del balotaje; de tres senadores (de los cuales uno debería representar a la minoría) y del Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se redujo el mandato presidencial a cuatro años, con una única posibilidad de reelección. Se creó el cargo de jefe de Gabinete de Ministros, así como el Consejo de la Magistratura y con acuerdo del Senado, por mayoría absoluta se designarían los jueces de la Corte Suprema.
Nuestra Carta Magna nunca gozó del afecto de los ciudadanos y tal vez ello se deba a su desconocimiento. Los continuos golpes de Estado sucedidos a lo largo del siglo XX dan una idea de la falta de sumisión a la madre de leyes. En su artículo 29 prescribe: El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria".
Aunque nunca fue objeto de un estudio exhaustivo, hace ya varios lustros, en el secundario, se abordaban, por lo menos, algunos aspectos del texto madre en la materia Instrucción Cívica
Consciente de esa grave falencia, la Fundación Americana para la Educación tuvo la iniciativa de que a través de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), que integra LA GACETA, los diarios pusieran al alcance de sus lectores en forma gratuita a sus lectores un ejemplar de la Constitución Nacional. El objetivo es que esta se convierta en un texto de consulta cotidiana, para que los ciudadanos conozcan los instrumentos que protegen de los abusos del poder, para que pueblo y gobierno sepan cuáles son los límites que imponen su letra y espíritu, y para salir de la anomia colectiva.
Las naciones con una larga tradición democrática son justamente aquellas que han sido siempre respetuosas de su carta fundamental y por lo tanto, las más desarrolladas desde el punto de vista social, económico y cultural. Sería auspicioso que los argentinos lográramos construir un país mejor, más tolerante y justo.