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De acuerdo con el catedrático, la discriminación se entiende como apartar del ámbito de agrado algo con lo que no se está de acuerdo, pero su origen psicológico está por debajo de ello y se traduce a que una persona que discrimina se siente amenazada por aquello que rechaza.
“La discriminación nos habla de una dificultad en la flexibilidad de contacto con las otras personas, es decir, se siente tan amenazado que piensa que le pueden invadir, pero no por la fuerza que tenga el que está siendo rechazado sino por la debilidad del discriminador”, manifiesta.
El psicólogo advierte que el origen se deriva de una sensación de debilidad frente a un grupo o idea y se presenta como “la mejor defensa es el ataque”, pero una defensa madura sería no acercarse, pero tampoco no rechazarlo, pero la discriminación se presenta como una protección inmadura, donde se ataca.
Guajardo Acuña explica que, en la discriminación hacia las mujeres, existe una sensación de debilidad no reconocida, totalmente inconsciente, que deriva en muestras claras de miedo. Lo mismo sucede con las razas, es la sensación de poder sobre la otra persona, que ve menos al indígena o al afroamericano.
“Si yo segrego a una persona por su raza, tengo una dificultad de entablar esta relación porque no tengo la sustentación suficiente de tipo racional”, indica el académico, “cualquier persona que se sienta supremo frente a alguien más es porque se siente menos”.
No obstante, afirma que depende de la persona discriminada el sentirse o no devaluado, pues aunque existe el rechazo, no debe pasar de ello. En el caso del homofóbico, el psicólogo señala que hay una parte subyacente que se interpreta como que el discriminador tiene miedo de caer en la homosexualidad y por eso la rechaza, pero de ninguna manera indica que sea un gay reprimido.