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e denomina clima de Argentina a la suma de los elementos del tiempo atmosférico que definen los variados rasgos climáticos que presenta el territorio emergido correspondiente a la República Argentina. El clima de Argentina se caracteriza por su diversidad contrastante, causada por su extensa superficie, su amplitud longitudinal y latitudinal (la que incluye varias zonas geoastronómicas), así como también por su desarrollo altitudinal, el cual cubre desde 108 m bajo el nivel del mar (en la laguna del Carbón) hasta el punto más elevado de la Tierra fuera del asiático sistema de los Himalayas (el Aconcagua).
En general, en razón de contar con amplias porciones ubicadas en latitudes intermedias, las que están posicionadas en altitudes próximas al nivel marino, predominan distintas variedades de climas templados del tipo pampeano, los que son muy aptos tanto para la vida humana como para el desarrollo agropecuario, base de la economía del país.
A pesar de poseer territorios septentrionales insertos en latitudes intertropicales, es posible afirmar que el país carece de climas genuinamente tropicales, es decir, los exentos por completo de temperaturas inferiores a 0 °C. Solamente en altitudes intermedias y con una determina exposición de ciertas localidades serranas en el extremo norte de la región de las yungas se ha podido localizar áreas que fisiográficamente estarían libres de heladas, pero su superficie es limitada.1 Como paliativo, la parte norte de la nación presenta amplios territorios con climas semitropicales, que van del continental en el noroeste hasta el húmedo en el extremo nordeste, siendo semiestépico entre ambos. Se trata de variantes más cálidas del clima subtropical; en las mismas el calor se hace presente todo el año (incluso allí se produce el polo de calor de Sudamérica)2 pero, especialmente en algunos inviernos rigurosos, sufren de suaves heladas. En determinadas localidades las mismas son tan modestas o infrecuentes que permiten que el país produzca —no sin cierto riesgo— sus propios cultivos tropicales, tales como café,345 banana,67 ananá,8 etc.910 Sin embargo, las condiciones climáticas son insuficientes para incluir especies más exigentes desde el punto de vista térmico, como el cacao, el árbol del caucho, la palmera cocotera y la palma de aceite, por lo que, para abastecer la demanda local, se deben importar esos productos en su totalidad.11
La razón de la falta de climas tropicales se debe a la inexistencia de cordilleras orientadas longitudinalmente, las que permitirían detener los helados vientos invernales que soplan desde el cuadrante sur, procedentes de las regiones australes y la Antártida. De este modo, sin barreras orográficas que los detengan, logran avanzar y cubrir todo el territorio argentino e incluso llegar hasta São Paulo y Mato Grosso del Sur en Brasil.12 Como contraparte, la inexistencia de esas barreras redunda en que los vientos del cuadrante norte, originados en la región amazónica, avancen francos hacia el sur, generando el fenómeno que en períodos de pocos días (y hasta horas), una misma localidad presente temperaturas con varias decenas de grados de diferencia, al cambiar la dirección de los frentes. Esta constante interacción entre los frentes fríos y cálidos a lo largo de todo el año es característica del clima argentino, siendo aún más notable durante las estaciones intermedias (otoño y primavera). En la época del estío, cuando el viento norte sopla durante varios días seguidos, ocurren las llamadas “olas de calor”, las que suelen dejan un corolario de miles de internaciones hospitalarias y hasta muertes, especialmente entre bebés y ancianos. Argentina tampoco posee climas estrictamente continentales en razón de que el país se sitúa en el Cono Sur, una cuña que penetra entre las secciones australes de los océanos Pacífico y Atlántico, los que con su influjo atemperan los rigores extremos. Sin embargo, la acción producida por las aguas del Pacífico es acotada por el cordón andino, lo que repercute en una mayor continentalidad en la vertiente oriental del mismo, y en especial en el noroeste del país, al alejarse también de la influencia atlántica.