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La saponificación es un proceso químico por el cual un cuerpo graso, unido a un álcali y agua, da como resultado jabón y glicerina. Se llama jabones a las sales sódicas y potásicas derivadas de los ácidos grasos. Son susceptibles de saponificación todas aquellas sustancias que en su estructura molecular contienen restos de ácidos grasos, y son sustancias naturales a las que llamamos lípidos saponificables. Los lípidos saponificables más abundantes en la naturaleza son las grasas neutras o glicéridos. La saponificación de un triglicérido se resume así:
grasa + sosa cáustica → jabón + glicerina
Este proceso químico es utilizado como un parámetro de medición de la composición y calidad de los ácidos grasos presentes en los aceites y grasas de origen animal o vegetal, denominándose este análisis como Índice de saponificación; el cual es un método de medida para calcular el peso molecular promedio de todos los ácidos grasos presentes. Igualmente este parámetro es utilizado para determinar el porcentaje en los cuerpos grasos de materias insaponificables, es decir, sustancias que no contienen ácidos grasos.
El conjunto de dichas tablas imprescindibles para la elaborar cualquier tipo de jabón, es lo que se conoce como tablas de saponificación:
0,134g Aceite de oliva 0,190g Aceite de coco
0,141g Aceite de palma 0,134g Aceite de girasol
0,128g Aceite de ricino 0,136g Aceite de almendras
0,133g Aceite de aguacate 0,135g Aceite de soja
0,136g Aceite de maíz 0,133g Aceite de sésamo
0,069g Aceite de joroba 0,156g Aceite de palmiste
0,132g Aceite de germen de trigo 0,069g Cera de abeja
0,137g Manteca de cacao 0,128g Manteca de karité