como era la educacion en bogota en el siglo XIX

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Respuesta dada por: gustavobustospp9ph65
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COMENZANDO el siglo XIX, los colegios universitarios para varones existentes en la capital del país eran el Colegio Seminario de San Bartolomé, el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y el Colegio-Universidad de Santo Tomás. Las mujeres no recibían educación universitaria pero existía el Colegio de la Enseñanza, donde las niñas eran educadas para ser amas de casa. Dichas instituciones estaban reservadas para la elite de la sociedad y es sabido que para entrar a dichos claustros se exigían certificados de nobleza y limpieza de sangre.

Así, en 1800 unos jóvenes de apellido Lombana aspiraban a ingresar al Colegio de San Bartolomé, pero el Rector y Claustro se opusieron rotundamente, ya que consideraban que dichos jóvenes carecían de las condiciones sociales para ser admitidos, con los siguientes argumentos: “Pero intentar un absurdo tan temerario como el de recibir miembros de clases diferentes, no es otra cosa que preparar en los jóvenes un pernicioso espíritu de igualdad subversión colocándoles juntos...¿Sería el ánimo de Su Majestad confundir a los hijos de sus Ministros entre el número de los plebeyos e inferiores? ¿Sería la intención de esos generosos vasallos propinar la enseñanza a sus distinguidas familias en un Colegio de confusión, y de horror donde ni por el traje, ni por el ejercicio, ni por otra alguna señal, se distinguiese el noble del plebeyo, el superior del inferior el joven bien nacido del mozo que tuvo su cuna en la medianía del estado llano, o en la oscuridad de la plebe?"1. Después de la independencia de España el rector de San Bartolomé preguntó al gobierno: “Si en virtud de la igualdad civil que gozan los ciudadanos, debo admitir indistintamente a toda clase de personas a la investidura de la beca. O si entendiéndose esta respecto de la ley deben permanecer las constituciones en su vigor y fuerza, exigiendo los documentos, y cualidades que ellas previenen”.

El 19 de mayo de 1820, el Ejecutivo, por intermedio del Ministro del Interior, ratificó que los colegios tenían que exigir la presentación de informaciones, pues las constituciones establecidas en cada institución seguían vigentes.2 Llama la atención que el gobierno republicano proclamara la igualdad entre los ciudadanos, pero que a la hora de la verdad no permitiera que los jóvenes de las clases bajas ingresaran en los colegios como alumnos internos.

Los estudios que se ofrecían a los hombres eran la filosofía, la teología, la medicina y la jurisprudencia, gozando del mayor prestigio esta última. Las mujeres, futuras consortes de los hombres que pertenecían a la elite de la sociedad, se tenían que conformar con recibir una educación mediocre. Les enseñaban a leer, escribir y contar, así como algunas palabras del idioma francés, dibujo, música vocal e instrumental, religión, principios de moral y economía doméstica, complementada esta última con labores como costura, bordados de cama y mantelería, entre otras.

En 1832 el gobierno estableció en Bogotá el Colegio de la Merced para niñas, pues era “un deber del gobierno fomentar la educación de las jóvenes, la cual tiene una grande influencia sobre la felicidad social”,3 como rezaba el decreto. En dicho colegio vivían cuantas niñas internas permitía la capacidad del edificio, y las externas no pasaban de veinte. La edad de ingreso era de seis años y la de egreso de catorce; en ningún caso podían sobrepasarse dichas edades. Se les enseñaban las materias propias del sexo femenino ya descritas y por ningún motivo tendrían acceso a los estudios de filosofía, teología, medicina o jurisprudencia.

Los hombres comenzaban las carreras universitarias a los catorce años, edad a la que las niñas ya habían completado los estudios. Mientras los hombres estudiaban, matemáticas y física, a las niñas se les enseñaba a contar. Cuando los hombres estudiaban teología dogmática o moral, las niñas estudiaban religión. En fin, la cirugía, la patología, la anatomía, el derecho civil, el derecho de gentes o la economía política, equivalían en los colegios de niñas a las clases de tejido en dos agujas, crochet, bordado en punto de cruz, macramé, hiladillos, encaje de aguja, o bordado en realce.



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