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LA ECONOMIA PRODUCTIVA
Competir con el tsunami de la “economía financiera” es muy difícil, pero hay que intentarlo si queremos levantar cabeza. Y la única forma de hacerlo es potenciar la “economía productiva” – que es la física, la real, la auténtica – pues ella permitirá crear empleo y subsidiariamente despertar el consumo. No es necesario insistir en que los “planes de austeridad” son condición necesaria, pero no suficiente, para paliar el carácter recesivo del ciclo económico que empezó a mediados del 2007.
En el año 2000, la industria en Catalunya representaba el 25,2% del PIB. Ahora sólo representa el 17%. Alemania, líder mundial de la exportación, mantiene hoy tras un decenio su cuota del 24%. Pero en Alemania, los sucesivos gobiernos han prestado mucha atención a las infraestructuras de apoyo, esos vasos comunicantes que resultan claves en el entramado logístico de la industria. Y en Catalunya, sometida a las privaciones que le impone el Estado central, la economía productiva se encuentra con dificultades para que el sistema trabaje con fluidez.
Un buen ejemplo es la situación del puerto de Barcelona, que en este momento, gracias a las inversiones de la empresa china Hutchinson se ha transformado en uno de los grandes centros mundiales de movimiento de contenedores, sin que todavía se hayan resuelto las conexiones ferroviarias de ancho europeo que estaban planificadas, obligando a los operadores a utilizar la muy cara y saturada autopista hacia Francia.
Pero Hutchinson, que lleva invertidos 300 millones de euros y tiene previsto invertir 300 millones más, no está dispuesta a tolerar que los sucesivos ministros de Fomento del gobierno del Estado incumplan lo pactado. Si es necesario, llamarán al señor Rajoy a capítulo. Tienen poder para hacerlo.
Resulta curioso que los desvaríos económico-financieros de España, aplicando recursos donde no debe y abandonando lo que es prioritario, acaben siendo parados por las multinacionales. Ahora es Hutchinson; antes fueron Ford, Nissan y Volkswagen.
Multinacionales que fabrican cosas y crean empleo. Porque, no nos engañemos, la “sociedad del conocimiento” genera grandes avances tecnológicos pero apenas crea empleo. Y el empleo es consumo. Y el consumo es el principal motor de la actividad económica.
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