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A partir de ahora, los productores de pilas deberán hacerse cargo de su tratamiento una vez que son desechadas. Pilas y baterías serán tratadas como residuos peligrosos y deberán tener un tratamiento especial para su disposición final. Así lo establece la nueva ley aprobada ayer por la Legislatura porteña que, además prohíbe que se quemen o se entierren.
El nuevo plan de "Gestión ambiental de pilas en desuso", un proyecto del oficialismo que la oposición acompañó en el recinto, fue aprobado con 53 votos positivos y 2 abstenciones.
Hace años que el tema viene dando vueltas con diferentes propuestas de los bloques de la Legislatura porteña pero recién ahora se logró sancionar una ley a partir del proyecto presentado por el Ejecutivo de la ciudad.
Esta nueva ley parece un punto de partida para comenzar a darles un destino responsable a las pilas y baterías en desuso. Algunos especialistas consideran que esta legislación es un cambio de paradigma porque no sólo es positivo que las pilas sean consideradas como "un residuo peligroso" y que no se puedan quemar ni enterrar, sino que le da un grado de responsabilidad a todos los actores ya que tanto los productores, importadores, distribuidores e intermediarios serán responsables de su gestión en la etapa posconsumo del ciclo de vida de las pilas o baterías. Todos ellos deberán adecuarse al Plan de Gestión Ambiental, diferenciar pilas y baterías del resto de los residuos urbanos y someterse a programas y planes de manejo específicos aprobados por la Autoridad de Aplicación.
El Estado, además, deberá asegurarse y controlar que el plan se cumpla y la sociedad deberá tomar conciencia de su uso y descarte.
Esta nueva ley sostiene en su primer artículo que tiene por objeto garantizar la gestión ambiental de las pilas en desuso, a las que considera "residuos sólidos urbanos sujetos a manejo especial". El texto dice que se entiende por ese tipo de residuos a aquellos que "por su tamaño, volumen, cantidad y/o sus potenciales características de peligrosidad, nocividad o toxicidad, deben sujetarse a un Plan de Gestión Ambiental diferenciado del resto de los residuos sólidos urbanos".
Se considera dentro de este plan "al conjunto de actividades interdependientes y complementarias entre sí destinadas a recolectar, transportar, valorizar, tratar y disponer los residuos de las pilas, debiendo adecuarse a programas y planes de manejo específico, aprobado por la Autoridad de Aplicación".
La pila es un dispositivo que convierte energía química en energía eléctrica por un proceso químico transitorio. Su consumo se incrementa cada año no sólo por el aumento de la población sino por la importante cantidad de aparatos y artefactos que se utilizan. Más de 500 millones de pilas se descartan al año en Argentina, algo así como diez pilas por persona. La ausencia de gestión de sus residuos representa una amenaza, sobre todo en un país en el que no existen aún tecnologías para su tratamiento. Sus residuos contienen más de mil sustancias diferentes, muchas de ellas tóxicas. Y a pesar de conocerse su peligrosidad, hasta el momento fue tratado como cualquier otro residuo doméstico.
"Prácticamente en el país no hay tratamiento para los residuos de pilas y baterías, sobre todo con las que son primarias. Hay algunas plantas que reciclan las baterías de autos, pero para las químicas más comunes que usamos a diario, que son las zinc y de cobre, y para las pilas secundarias que son las de los teléfonos celulares o las computadoras y que son de litio, hoy no hay ningún tipo de tratamiento en la Argentina, y mucho menos en la Ciudad de Buenos Aires, excepto por la disposición final de los rellenos de seguridad. El mundo desarrollado ha hecho distintos procesos tecnológicos que recuperan. Hoy en la Argentina no hay reciclados de pilas sino que hay solo disposición final de las mismas, que es el relleno de seguridad", explicó Gustavo Fernández, biólogo y profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
"Lo que el mundo recomienda es que por el valor económico que tienen los metales que están dentro de las pilas y por el riesgo toxicológico que tienen sus desechos es que estos materiales se reciclen y se recuperen. Pero en la Argentina como no se fabrican pilas y baterías, y sí se importan, lo que debe hacerse son planes de responsabilidad. El fabricante que vende la pila en otros lugares del mundo recibe también la pila obsoleta", agregó.
En ese sentido, además, explicó que "las pilas tienen metales que si se arrojan en el basural de rellenos sanitarios como en la Ceamse o en un basural municipal del interior del país terminan contaminando. Hasta el momento la acción es exportarlas a esas plantas que recuperan los materiales en el exterior, recuperar el valor económico de los metales y tratar la parte contaminante o enviarlas a otras provincias para que se entierren en rellenos sanitarios".