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Hablar de Friedrich Nietzsche es invocar forzosamente en la memoria su obra más popular: Así habló Zaratustra, donde desarrolla su más memorable teoría: la del superhombre.
En las traducciones inglesas de esta obra se solía utilizar, para la palabra alemana Übermensch, dos términos, en su momento casi indiferenciados: Superman y Overman. Sin embargo, el peso en la cultural popular del famoso cómic de Jerry Siegel, Superman, nacido en la década de los 30, obligó a usar el término Overman para, así, evitar confusiones (o memes). Por suerte, para los hablantes de español esta ambigüedad es prácticamente inexistente y apenas visible. Quizá sólo para los países en mayor contacto con Estados Unidos como México.
El superhombre de Nietzsche concentra la concepción del filósofo alemán de un hombre de trascendencia, que se supera a sí mismo y a la naturaleza humana. En esencia, un superhombre es aquel que ha superado la esclavitud de la condición humana y ha alcanzado un verdadero estado de libertad: de libre juego y creatividad.
En este estado, de pureza individual, el individuo se ha descargado y se ha deshecho de todas las influencias: autoridades sociales, eclesiásticas, literarias, doctrinales, etc.; también de la influencia de cualquier persona. Aquel que busque el estado de pureza querrá construir su propio destino, inventar sus propios valores y bailar el juego de la vida al ritmo de su propio espíritu.
Nietzsche describe que para alcanzar el estado del superhombre, el individuo debe sufrir tres metamorfosis del espíritu. Estas transformaciones son de naturaleza prescriptiva y deben ser vistas como una suerte de guía para convertirse en superhombre, o para la liberación del espíritu:
Primera metamorfosis: el camello
¿Qué pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que un camello y quiere que lo carguen bien. ¿Qué es lo más pesado, oh héroes, pregunta el espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije?
Después de este pasaje, Nietzsche enlista varios aspectos que pueden ser considerados entre los más pesados o difíciles de la vida. Señala que el camello debe invitar a estos pesos. Y continúa:
¿o acaso es: amar a quienes nos desprecian y tender la mano al fantasma que nos amedrentaría?
Lo que Nietzsche quiere decir es que antes de que uno pueda convertirse en superhombre, primero deberá soportar grandes cargas. Luchar con el miedo, el amor, la confianza, la muerte, la confusión, la sed de conocimiento y todos los otros aspectos de la existencia humana. El camello abraza estos retos en el nombre del deber y la nobleza.
Visto de otro modo, el camello no huye ni se distrae de la vida: la saluda de frente y abraza los retos que presenta con un alto sentido del deber. Hecho esto, el camello se ve humillado y fortalecido. Sólo mediante el sufrimiento, el camello obtendrá la fuerza y la resilencia necesarias para alcanzar el siguiente nivel de transformación espiritual.
Segunda metamorfosis: el león
Nietzsche describe cómo el Camello entra, finalmente, al “desierto más solitario” antes de convertirse en león. La metáfora del desierto solitario puede interpretarse de la siguiente manera: el camello ha buscado, invitado y envestido las batallas que la vida le ofrece. Pero eso mismo lo ha vuelto una especie de alienado. Se ha diferenciado de los demás y de la sociedad que los produce. La duda se le ha incrustado y cuestiona todo, desde su mismo valor hasta el valor de sus búsquedas.
El desierto es el lugar de la crisis existencial, donde el Camello pondera la existencia de cualquier ley o virtud universal, y si están allí por o para guiarlo a sus propósitos. Para Nietzsche no existen las virtudes universales ni los propósitos absolutos. El camello se ve forzado a plantearse esta posibilidad, sólo así podrá convertirse en león. Así lo describe el filósofo: