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Los refrescos, al fin y al cabo, contienen calorías y mal que bien pueden servirle al deportista como hidratante.
El rechazo total a la gaseosa está limitado con miras a la inmediata competencia, porque el organismo no alcanza a asimilarla rápidamente y puede producir malestares ante una próxima actividad física.
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Beber refrescos tras hacer ejercicio no solo habría demostrado no rehidratar el organismo, sino que puede provocar deshidratación y lesionar los riñones.
Explicación:espero que te ayude Dame coronitas
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