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A pesar de siglos de uso y abuso, los suelos todavía son una parte esencial del ambiente y constituyen uno de los recursos naturales más importantes que tenemos. La formación del suelo tardó miles y miles de años, por eso se lo considera un recurso natural no renovable. También entendido que los seres humanos siempre hemos tenido una estrecha relación con la tierra de la cual obtenemos los productos que suplen nuestras necesidades; es decir, que los suelos como recurso natural son fundamentales en la retención de agua y minerales, albergan un universo de microorganismos útiles y son indispensables para el desarrollo de las plantas, la alimentación de los animales y de nosotros, los humanos; este mágico don de vida se presenta, cuando se lo aprovechado de la mejor manera pero, en la actualidad, la población del mundo aumenta cada año a la par con un crecimiento poblacional planificado y/o desordenado y con el afán de darle seguridad y un mejor nivel de vida a sus habitantes, nos lleva a la imperiosa necesidad de incorporar nuevas zonas a la producción agrícola y elevar los actuales índices de productividad mediante el racional manejo de los recursos naturales, principalmente el agua, el suelo y el uso de una eficiente tecnología en el desarrollo agropecuario.