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Como muestran estudios como los de Skrapec (en Jiménez 2011), este tipo de asesinos suelen tener una visión justificada de sus crímenes. Son conscientes del daño que están provocando pero justifican sus acciones como parte de un mal necesario y justo. No solo no se ven como asesinos sino que puede considerarse como victimas de una injusticia atroz que solo puede reequilibrase mediante la muerte de sus victimas. Se encuentran en una batalla interna en la que ellos se auto-exculpan y racionalizan su mal como una forma de auto-supervivencia, ellos o yo. Anders declara a su abogado para que lo haga público que era consciente del daño que estaba provocando y de la crueldad de su acción sin embargo la consideraba como algo que era necesario hacer. No solo no se verá como un asesino despiadado sino que se auto-describirá como un héroe, un libertador, como un justiciero y redentor. En el caso de Anders, su identificación con los templarios es muestra de esa autoimagen de guerrero salvador en el que se mezcla política, religión y violencia.
A nivel criminológico, este tipo de asesinos pueden planificar muy bien sus actos, aunque sus crímenes puedan verse y a veces ser realizados como un acto de impulsividad, su producción no es fortuita ni oportunista, sus crímenes ha sido gestados durante mucho tiempo en la mente de estos criminales. Su relación con la violencia como herramienta útil les hace estar muy cerca y ser conocedores del mundo de las armas y la guerra. Ese paso al acto es para ellos definitivos, no piensan en salir huyendo solo en cometer el mayor daño posible aunque eso suponga ponerse en riesgo personal. Su modus operandi puede estar perfectamente planificado hasta el punto de la huida y salir indemne de su ataque. Tienen, en su autoimagen de guerrero redentor, un sentimiento de mártir que le hace pensar que lo importante no es él sino la misión. Anders podría haber escapado de su crimen con explosivos, es posible que no hubiera sido relacionado con él al menos en mucho tiempo, pero necesitan cierta exhibición, no atacan y salen huyendo, requieren ser reconocidos por la sociedad, necesitan la aprobación social puesto que su guerra es, en cierta forma, por esa sociedad a la que va a limpiar de ese grupo nocivo. Anders no quería desaparecer de la explosión, tampoco de la isla, quería ser detenido allí, piensa que sus actos son dignos y merecedores de reconocimiento público ya que no son un crimen sino una hazaña heroica. Narcisismo y egocentrismo son características que describen su personalidad y que acompañan sus distorsionadas y extremistas ideas.
Esa necesidad de mostrarse hacia los demás, de influir y presentarse como un líder es lo que le lleva a utilizar las redes sociales como vehículo de transmisión de sus pensamientos. No quiere pasar inadvertido, desapercibidos, quiere mostrarse y exhibirse como muestran las imágenes que utiliza.
Una vez detenido, quizás solo la fama pueda superar al daño cometido. Poco más vamos a descubrir sobre este asesino, ningún sentimiento de culpa que no sea fingido, ningún asomo de arrepentimiento, solo una distorsionada y racionalizada autojustificación. Arrogancia frente a humillación, desprecio frente a los que no piensan como él y una necesidad de ser considerado por la historia como un héroe. Esperemos que la sociedad y los medios de comunicación sean capaces de no desdibujar por un instante la única cara real de Anders, la de un monstruo.
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