Movimiento estudiantil de 1968 caracteristicas economicas politicas y sociales

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Respuesta dada por: gabrielasandovou30b8
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MOVIMIENTO DEL 68: UNA PERSPECTIVA DE ECONOMÍA POLÍTICA

El movimiento estudiantil de 1968 no tuvo en las contradicciones económicas su motivación principal o determinante. Fue la incapacidad de la política estatal para asimilar los cambios en la estructura social, propiciados por el desarrollo económico, la que propició una movilización que pronto puso en evidencia la matriz autoritaria del poder político pos-revolucionario.  

De primera intención, podría proponerse que la “economía política” de ese tiempo no tuvo mucho que ver con lo ocurrido en las calles y universidades de la capital del país y otros estados de la República. Habré de corregir más adelante esta proposición, pero no sobran elementos para pensar que la vinculación entre la economía y la política tuvo una dirección contraria a la comúnmente imaginada: que fue más bien la economía política posterior, la de la inestabilidad, las devaluaciones, las crisis y los derrumbes de los años setenta y ochenta, la que recibió y resintió el impacto multivariado de ese “desastre del desarrollo” (Albert Hirschman) en que al final se convirtió el movimiento estudiantil, con su secuela de represión masiva, cerco estatal a las universidades y, al despuntar los años setenta, opciones armadas revolucionarias y “guerra sucia”. Fue en los años posteriores al conflicto cuando se puso en evidencia la vía “estrecha” (Carlos Tello) a que había conducido el Desarrollo Estabilizador y que se manifestó en una incapacidad del Estado para cumplir eficientemente con su función legitimadora sin poner en riesgo la estabilidad macro-económica.  

Lo que sobresalía en la economía política mexicana de los sesenta era una cooperación estrecha entre los principales actores económicos y sociales. De asegurar esta cooperación se encargaba el Estado a través del sistema “PRI-gobierno” (Moreno Sánchez);

La solidaridad entre los protagonistas económicos sustentaba y se sustentaba en la estrategia de crecimiento implantada por el Estado después del trauma devaluatorio de 1954, de donde arranca lo que después se bautizó como la “estrategia del desarrollo estabilizador”. La devaluación de 1954 y la inflación de los años de la guerra y la inmediata posguerra, junto con los excesos de corrupción y concentración de la riqueza que tuvieron lugar en el periodo del presidente Alemán, hicieron surgir vastos movimientos sociales y proletarios que pusieron en cuestión la política de “unidad nacional” iniciada durante la Segunda Guerra Mundial por el presidente Avila Camacho. El alemanismo llevó al extremo las coordenadas de esa política y agrietó las relaciones del gobierno con las organizaciones de masas encuadradas en el régimen de la Revolución mexicana, así como la legitimidad del Estado, cuya reproducción dependía de la memoria, los mitos y la imagen unificadora que derivaban del pasado revolucionario.  

Esas movilizaciones, más que en una lucha de clases abierta, derivaron en confrontaciones entre las organizaciones populares y el Estado que pretendía representarlas.

Entre 1963 y 1970, la inversión privada al y extranjera.   evolucionó a una tasa media anual de 11.5% y en 1968, 1969 y 1970 lo hizo al 9.6%, 9.8% y 19.9%, respectivamente. La inversión extranjera, que podría haber resentido con más fuerza las convulsiones políticas de aquel año, registró en 1968 y 1969 entradas por 208.8 y 297.5 millones de dólares, respectivamente, para llegar en 1970 a 316.2 millones de dólares

Sólo el campo y la agricultura empezaban a registrar un desempeño poco dinámico, que luego se volvería una crisis secular. Esto se expresaba en un crecimiento de la producción agropecuaria menor que el demográfico, así como en una aceleración de la migración hacia las ciudades, que empezaban a resentir fenómenos de congestionamiento, marginalidad, escasez de infraestructura y deficiencias habitacionales.  

No hubo entonces, sin embargo, ni movilización agraria o campesina, ni agitación popular-urbana propiamente dicha. En ambas dimensiones se registraban ya deslizamientos sociales que podían confluir en grandes movilizaciones, pero su expresión de masas sería posterior al movimiento de 1968.  



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