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En el capítulo tres del libro de Hechos de los Apóstoles podemos contemplar un episodio trascendente; Pedro y Juan apóstoles de Jesús cuando se dirigían al templo de Jerusalén se encontraron junto a una de las puertas del templo llamada Hermosa, un tullido de nacimiento que les pidió limosna, Pedro se fijó en él y junto a Juan le dice: “Míranos, no tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: En nombre del Mesías Jesús, el Nazareno, camina.” Y tomándolo de la mano derecha lo levantó. Inmediatamente tomaron fuerza sus tobillos y sus pies, y de un salto se puso en pie y empezó a caminar. (Hc 3, 1-8). Para algunos cristianos Jesús es sinónimo de liberación, salvación y realización plena de la persona, el misterio que le da sentido a la vida.
El preámbulo introductor nos cuenta de un tullido de nacimiento, como los muchos que vemos pidiendo limosna en el recodo de los caminos, muchos sin una instrucción que les permita ganarse la vida de otra manera, circunstancia que los tiene atados a esa situación, sin embargo, hoy hay muchas personas que se han hecho así mismas tullidas y son todas aquellas personas que no quieren tomar decisiones trascendentes en su vida y por eso se han convertido en una especie de marionetas manejadas siempre por un titiritero al compás de sus propios intereses; en la mayoría de los casos son aquellas personas que han tenido la oportunidad de conocer la verdad a efecto de que la misma los haga libres Jn (8, 32) pero que a la hora de escoger se han esclavizado a nuevos ídolos o falsos absolutos como los muchos que abundan en este mundo post moderno como el poder, el tener, el placer y el parecer entre otros tantos. Creo yo que ni la teología, ni la filosofía, ni la antropología tienen soluciones mágicas para solventar los diferentes problemas de la humanidad, pero desde nuestra experiencia religiosa podemos ofrecer la revelación que gratuitamente hemos recibido: En nombre de Jesús Mesías el Nazareno pongámonos de pie y caminemos dándole dirección y significación a nuestras vidas como personas y no como individuos en y hacía la verdadera libertad, esa es la oferta bajo la cual escribo los siguientes párrafos; haciendo la salvedad que como personas porque desde el punto de vista teológico somos hechos a la imagen y semejanza de Dios y no como individuos; desde el punto de vista filosófico dícese de aquél que no puede dominar sus más bajos instintos.