Respuestas
1. La proclamación de la Palabra
La proclamación de la Palabra se remonta a la historia del Pueblo de Israel. Durante varios siglos, las leyes, costumbres, la alianza y las promesas de Dios a su Pueblo, así como las tradiciones se fueron pasando oralmente de generación en generación. Con el destierro y la crisis de valores, los israelitas percibieron la necesidad de poner por escrito todas las tradiciones. Hacia el Siglo VI antes de Cristo, surgió la experiencia de la sinagoga. El pueblo reunido escuchaba la Palabra de Dios, haciendo de la Palabra escrita y proclamada, una palabra viva. Esa costumbre de las reuniones sinagogales fue transmitida a las primeras comunidades cristianas (1), y continúan hasta ahora en nuestras celebraciones litúrgicas, aunque bajo otro esquema. Lo que no ha cambiado es que en cada lectura, Dios habla a Su Pueblo: “En diversas ocasiones y bajo diferentes formas, Dios habló a nuestros padres por medio de los profetas, hasta que en estos días, que son los últimos, nos habló a nosotros por medio de Su Hijo. (2)
¿Cómo se celebra la liturgia de la palabra?
El Concilio Vaticano II pidió que se abrieran los tesoros de la Sagrada Escritura para el enriquecimiento espiritual del pueblo cristiano. (3) La Iglesia eligió los libros del Antiguo Testamento para que fueran proclamados en el primer momento (primera lectura) para tener un encuentro con fragmentos de la Ley Mosaica, episodios de la historia de Israel, de los libros proféticos o de algunas frases de la sabiduría popular del pueblo elegido. Todos ellos nos hablan del Mesías que los profetas esperaban. Después del salmo, sigue la proclamación de los escritos de los apóstoles (segunda lectura), es decir, los primeros testigos de Cristo. Con el título de “epístola” se designan las cartas que los apóstoles dirigen a las primeras comunidades cristianas que se formaron y a través de ellas les exhortan, enseñan, amonestan y dirigen para que no se pierda la fe que les han transmitido.
¿Para qué sirve la liturgia?
Pero ¿para qué necesitamos la liturgia de la palabra? El alimento de la Palabra de Dios, tomado de la Biblia, nutre la fe de los cristianos y prepara el corazón para que luego asimile el Cuerpo y Sangre del Señor. Las dos mesas que Dios nos ofrece se complementan en un solo sacramento. En la Liturgia de la Palabra, el Pueblo de Dios escucha con atención las lecturas de la Biblia que previamente han sido preparadas, tal y como si fueran una carta escrita por Dios para cada uno de nosotros, en la liturgia de la eucaristía, nos prepara para recibir el pan de ángeles que transformará nuestra vida.
El número de lecturas varía de acuerdo al día, tenemos dos lecturas en los días de la semana, tres lecturas los domingos y en las celebraciones especiales de la Vigilia Pascual o Pentecostés podemos tener siete. La actitud correcta de cada uno de los cristianos que escuchamos la Palabra de Dios debería ser la misma del profeta Samuel: “habla Señor, que tu siervo escucha” (4) y al término de la proclamación, que no lectura propiamente dicha, los cristianos unidos en asamblea responden “Te alabamos Señor” dando realmente gracias a Dios que quiso de nuevo hablar a Su Pueblo con palabras de amor.