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Hay un debate inconcluso en Colombia, pero que paradójicamente tiene implicaciones en múltiples campos: el de la construcción del Estado-Nación. Simplificando diríamos que hay dos grandes tesis encontradas, quienes consideran que la Regeneración y su principal resultado, la Constitución de 1886, fue el punto culminante de la construcción del Estado-Nación en el siglo XIX y que posteriormente se produjo un proceso de pérdida del control del mismo en algunas dimensiones; la otra tesis la abanderan quienes señalan que en nuestro país la construcción del Estado-Nación es un proceso inacabado y por consiguiente nuestro Estado nunca ha ejercido realmente los monopolios clásicos: el de la coerción legítima, el de la justicia, el de la tributación y el del control del territorio.
Dentro de este debate, que pareciera simplemente académico, pero con implicaciones, es que debería situarse lo afirmado por el Presidente Uribe, quién en el semanal consejo comunal en Pereira del 27 de Enero del 2007 planteó: “Es que el país había perdido la soberanía real, amplias regiones de Colombia, en ellas ya no ejercía el Estado su soberanía efectiva. El poder efectivo lo habían asumido, primero guerrilleros y después guerrilleros y paramilitares, ambos terroristas, ambos financiados por el narcotráfico. La circunstancia de que el país había perdido la soberanía real, amerita otro juicio, el juicio al Estado. El Estado fue el que creó las condiciones para que todos estos terroristas se apoderaran de las regiones, porque el Estado ignoró la seguridad. En lugar de apoyar a la Fuerza Pública durante décadas, aquí se confundió la civilidad con la debilidad. Mucha tertulia y la Fuerza Pública totalmente abandonada. Y mientras eso sucedía, avanzaban guerrilleros y avanzaban paramilitares y dominaron las regiones y sometieron a la gente”.
Los retos que enfrentaron las elites dirigentes en la post-independencia de España, una vez liquidada militarmente a su favor esa confrontación, fue cómo construir la 'nación recién inventada'. Fueron los desafíos propios de la construcción del Estado-Nación: darse un marco jurídico-político expresado en la Constitución, construir un Ejército Nacional, una administración pública (incluyendo administración de justicia, sistema tributario, relaciones con otros Estados-Nación), consolidar la identidad nacional y articular un mercado nacional.
Si bien la Regeneración fue un momento fundamental de avance en la construcción de ese Estado-Nación, fue exactamente eso, un momento y no la conclusión del mismo. Por ejemplo, la concreción real de la centralización política y administrativa se da con los desarrollos normativos del quinquenio del general Rafael Reyes, terminando realmente con los Estados-regionales que venían del siglo anterior; igual sucede en lo relacionado con la profesionalización de las Fuerzas Militares, este proceso va a estar asociado a la creación de escuelas especializadas de formación y a la traída de misiones militares extranjeras; se colocó gran énfasis en estructurar un Ejército nacional y profesionalizado, es decir empezar a transitar de los ejércitos difusos y espontáneos hacia un ejército nacional.
Los cambios en las Fuerzas Armadas hacia su conversión en instituciones profesionales modernas, estarán íntimamente ligados a la evolución de los problemas de seguridad interior, especialmente el conflicto interno armado y el narcotráfico, pero también a esfuerzos por colocarlas a tono con los avances de orden internacional. Por ello su progresiva conversión en Fuerzas Armadas flexibles, profesionales en su tropa y con alta capacidad de movilización.
Lo que no ha existido hasta el momento es una política estatal que apunte a monopolizar el control del territorio y por consiguiente el diseño de una presencia estatal, incluida Fuerza Pública, para este menester; siempre ha sido la respuesta a las amenazas coyunturales lo que ha guiado la acción del Estado. Un problema distinto, aunque relacionado, es que responsables de las instituciones o de la sociedad hayan acudido a mecanismos extra-institucionales para tratar de suplir los vacíos propios de la consolidación del Estado-Nación.