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SAULO : SU VIDA
Saulo (Shaúl, en hebreo) nació el año 5 en Tarso, en la región de Cilicia, en la costa sur del Asia Menor (la actual Turquía). Saulo fue quizás el perseguidor más encarnizado del cristianismo. Era un hebreo fanático, un líder religioso, descendiente de la tribu de Benjamín. El hecho de haber nacido en Tarso le dio la oportunidad de estar en contacto con una de las culturas más avanzadas de su tiempo. Tarso era una ciudad universitaria que se destacaba por su cultura y su escuela de filosofía.
Saulo, así como su progenitor, tenía la ciudadanía romana, un gran privilegio en esos días. Parecía estar muy bien versado en la cultura y el pensamiento helénico. Según la costumbre judía, desde los cinco años debió de aprender a leer en la Biblia hebrea.Tenía un gran dominio de la lengua griega, que era la corriente en Tarso, y al mismo tiempo desplegaba su habilidad dialéctica. Era de una familia adinerada y según la costumbre judía, Saulo aprendió también un oficio: fabricante de tiendas (Hechos 18:3), lo que significa o que fabricaba tiendas con lona comprada para ellas, o lo que es más probable, que tejía él mismo la lona. Cilicia era conocida por sus telas tejidas de pelo de cabra, de las que se fabricaban tiendas y mantas de viaje. Durante su actividad apostólica Pablo ejercía su oficio para ganarse el sustento (Hechos. 18:3) y vivir independientemente (1 Corintios 9:15).
La educación de Pablo fue judía y la recibió bajo la estricta doctrina de los fariseos, teniendo como profesor a Gamaliel, uno de los más grandes rabinos de su tiempo, que era nieto de Hilel. Pablo se daba el lujo de afirmar que él no sólo era fariseo, sino discípulo de fariseos (Hechos 23.6) El se jactaba diciendo: "En la práctica del judaísmo, yo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi celo exagerado por las tradiciones de mis antepasados" (Gálatas 1.14).
SAULO Y EL JUDAISMO
En Jerusalén Saulo se vio sorprendido por las predicaciones de los nazoreos. Saulo no había llegado a conocer a Jesús, y nada sabía de su ministerio ni de su muerte y resurrección. Tampoco conocía con detalle la historia reciente de Jerusalén. Pero lo que sí sabía era que esos nazoreos eran todo lo contrario de lo que él era.
Allí donde él era capaz de relacionarse por cuestiones económicas y hasta sociales con griegos, romanos y otros gentiles, los nazoreos abominaban de cualquier tipo de relación con los incircuncisos. Allí donde Saulo era capaz de adaptarse a las costumbres de las gentes y ciudades que visitaba, los nazoreos eran intransigentes en sus costumbres, incapaces de perdonar la más ridícula de las transgresiones a la ley.
Saulo chocó de inmediato con los nazoreos hasta el punto de que llegaba a odiar el hecho de que se presentasen en el templo a predicar su doctrina, y durante varias semanas acudió allí para rebatir sus patrañas mientras el odio en su interior iba creciendo. Un día, a principios del 33, llegó a incitar a los judíos que estaban en el templo para echar de allí a los nazoreos, acto que realizaron provocando la muerte de Esteban y varias heridas de gravedad en Santiago. Santiago abandonó Jerusalén mientras se recuperaba de sus heridas y los demás discípulos de Jesús se mantuvieron a la expectativa de lo que ocurriese.
Saulo era un devoto de la ley judía, y esto fue lo que provocó su tremendo odio contra Jesucristo y la iglesia primitiva. Saulo se sentía insultado con el mensaje de los seguidores de Cristo, no por causa de la afirmación de que Jesús era el Mesías, sino porque le atribuía a Jesús el papel de Salvador, con lo cual se le quitaba a la ley todo valor en el propósito de la salvación. La nueva secta del judaísmo golpeaba la esencia de la formación judía de Saulo y sus estudios rabínicos. El exterminio de esta secta llegó a ser la pasión de Pablo (Gálatas 1,13).