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Japón tras la Segunda Guerra Mundial: Un porcentaje de ciudades destruidas de entorno al cuarenta por ciento, millones de ciudadanos muertos, renta per cápita considerablemente disminuida. Japón pocas décadas después: segunda potencia mundial, cerca de ciento treinta millones de habitantes y 34.000 $ de renta per cápita. Es lo que se denomina el milagro económico japonés. ¿Cómo es posible este cambio tan rápido? La respuesta sólo puede ser una: los propios japoneses.
Lo primero que hay que tener en cuenta es el contexto geográfico en el que se mueve Japón: cerca de 378.000 km² de superficie distribuida en más de seis mil islas en el océano pacífico. Tan solo un 25% de la superficie es llana, que es donde se encuentra gran parte de la población. El resto del país es montañoso. De esas islas, cuatro son las principales y las más extensas: Honsu, Hokkaido, Shikoku y Kyushu que acaparan gran cantidad de la superficie del país. Su topografía acentúa aun más la importancia de su recuperación económica, ya que como vemos es muy poco propicia para la práctica de la agricultura, ya que tan solo tiene un catorce por ciento del suelo que es cultivable. Si a ello le unimos la gran carencia de materias primas que posee el país, pues queda patente que el crecimiento está al alcance de muy pocos.
El milagro se ha debido gracias a una serie de factores que en seguida pasamos a comentar:
En primer lugar unos líderes ambiciosos como Hayato Ikeda, primer ministro nipón desde mediados de 1960 hasta finales de 1964 y líder liberal-demócrata, fue quien comienza a diseñar el ambicioso crecimiento japonés. Unos de sus objetivos fue doblar la renta nacional en una década. Lo consiguió en un lustro y puso las bases para que desde entonces Japón creciera a un ritmo cercano al 13/14%. Junto a ello fue fundamental el proteccionismo frente al exterior: se evita la entrada de capital extranjero, se racionaliza la economía, se organiza una reglamentación, se controla el déficit presupuestario y se fomenta la innovación tecnológica. Es por tanto la intervención del estado una de las máximas fundamentales del crecimiento. Pero la intervención estatal entendida de una manera diferente a como lo hizo el mundo comunista. Aquí el desarrollo de la empresa privada y el ahorro de los ciudadanos serán pilares básicos para Japón. La intervención consistirá en estimular la economía a través de ayudas y orientando la producción. El estado comenzó también una estrategia de creación de empleo público que sirviera para estimular la demanda y el consumo interno. Pero por mucho que los líderes políticos intenten hacer reformas, den ayudas económicas o tomen otras medidas, si detrás no hay una población con una mentalidad como la japonesa, todo ello quedará en nada. Y es que la mentalidad nipona es algo inédito en el planeta. Se trata de una población con una mentalidad de trabajo y de fidelidad a la empresa sin igual. Los japoneses poseen una gran capacidad para el trabajo en equipo. En cuanto a la fidelidad, se impone la mentalidad del trabajo para toda la vida. Los trabajadores nipones son conscientes de la realidad demográfica del país, y, quizá sea eso lo que les estimule para producir. Son valedores de una gran disciplina en el trabajo, así como una gran perseverancia y disciplina laboral. Prueba de ello es la baja conflictividad laboral existente en las empresas niponas. Si debemos resumir en dos palabras a los trabajadores japoneses, son: alta productividad. A ello también ayuda el sistema sindical nipón. Existen grandes sindicatos, pero son los pequeños sindicatos, los sindicatos de las empresas los que realmente acaparan gran parte de los trabajadores, y los que trabajan de forma conjunta con las empresas con un objetivo común: aumentar la productividad. Este es un punto de difícil encuadramiento dentro del mundo económico occidental, donde los conflictos laborales en demasiadas ocasiones entorpecen o dificultan el aumento de la producción. No estamos hablando de la supresión de derechos, sino de aunar objetivos, tanto de los trabajadores como de las empresas, y eso fue lo que consiguieron los sindicatos y el gobierno japonés, inculcar la siguiente idea: Si la empresa marcha bien saldrá ganando el trabajador, la propia empresa y el país.
espero que te sirva we
Respuesta:
El milagro Japonés es como se le conoce al crecimiento económico vivido por el mencionado país desde los años 1960 hasta los años 1980 que ocurrió en Japón después de la devastación ocurrida en la segunda guerra mundial, también por culpa de las dos bombas atómicas lanzadas en Nagasaki y Hiroshima.
Explicación: