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La diversidad de recursos narrativos y de “planos” de la realidad abordados en Criba nos hace pensar en las grandes novelas totales del boom. Con estos elementos, Pérez logra hacer un amplio retrato de la sociedad ayacuchana, que abarca más de medio siglo, desde los tiempos premodernos de Gerardo (cuando en el comercio imperaba el trueque) hasta la actualidad. Pero el énfasis está puesto en los años ochenta, cuando el terror imperaba en la zona. El primer relato, por ejemplo, lleva al grupo de amigos a las celdas del cuartel Los Cabitos, donde muchos jóvenes ayacuchanos fueron torturados y asesinados. Por su parte, en el monólogo de Evangelina se evoca la masacre de campesinos de Lucanamarca.
En general, esta novela plantea, como ha señalado el crítico Santiago López Maguiña, una confrontación entre dos visiones sobre los “alzados en armas” (los subversivos): la primera, la oficial, que se trataba de asesinos movidos por impulsos destructivos y que creían tener la autoridad para decidir sobre la vida y el destino de todos sus compatriotas; la segunda, la que propone Pérez, es que entre esos subversivos también hubo personas “animadas por principios de dignidad y justicia”. Por ello Criba resulta una novela polémica y una lectura imprescindible para los interesados en tan difícil y controversial tema.