• Asignatura: Filosofía
  • Autor: jaderborja4328
  • hace 8 años

10 poemas de autores de cali con el respectivo nombre del autor


camilarendon19: ¡te dejo nada mas dos porque no me deja introducir todos los caracteres!

Respuestas

Respuesta dada por: camilarendon19
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A nosotros

(Poema del libro Hemos crecido sin derecho)

En este Cali abierto, entregado a los vientos

Repetido en los pasos calientes de la rumba

Repetido en el río que atraviesa los días

En este Cali hemos nacido.

Nosotros

Con el amor detenido en el cambio de un semáforo

Los tantos fantasmas de este Cali disperso

De este Cali revuelto a las seis de la tarde

Hemos vivido aquí.

Donde agosto fue el tiempo paseado de cometas

Y después la ternura "tomados de la mano"

Donde octubre miraba nuestros gritos en coro

El fútbol de la calle

Los besos de prisa.

Nosotros

veranos repetidos en cada cigarrillo

Hemos querido a veces fugarnos por las calles

Y atravesar la tarde en los juegos de los niños

En este Cali impávido, caliente

Contado en los globos de colores del parque

Repetido en los pasos calientes de la rumba.

Calles de Cali

(Poema del libro La noche en borrador)

Voy por las calles de Cali y de pronto me asalta la duda.

¿No fue en este lugar donde escuché por primera vez la frase que ahora me hablaba?

Voy con la piel envenenada por los últimos días pero feliz, porque desde hace una semana mi sol ha estado oculto, y he podido usar aquellas prendas que llevan las gentes de las ciudades frías.

Pienso en mi hermana con quien me reunía en el amor a los días grises y quien seguramente, en este mismo instante caminará por una calle de Italia que no conozco.

También nos unía el asombro nunca satisfecho por los amaneceres y la inequívoca pasión por las matemáticas aprendida en el tablero de nuestro padre.

De pronto me asalta el deseo de bajar por la calle odiada cada día a las dos de la tarde a pesar de su olor a carboneros. Chiminangos. Veraneras. Cadmias.

A veces un guayacán florecía y nos dábamos cuenta que en el resto de la ciudad los otros guayacanes se habían puesto de acuerdo.

El viento de cada tarde no se ha llevado los gritos de las manifestaciones en la Plaza de San Francisco. La destreza de nuestro amigo para conmovernos al aumentar con el micrófono los matices de su voz recia. Sabia.

Entonces no sabía que lo amaría. Y que lo iba a odiar por traicionarme con su muerte.


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