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“Todos ustedes podrán unirse en una sola voz para dar alabanza y gloria a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, acéptense unos a otros, tal como Cristo los aceptó a ustedes, para que Dios reciba la gloria.” Romanos 15:6-7 (NTV)
Hay solo dos caminos para entrar a una familia: Puedes nacer dentro de ella, o puedes ser adoptado por ella. ¡Dios hace ambas cosas por ti! Se le llama nacer de nuevo, y se le llama ser adoptado en la familia de Dios. Dios lo hace completo.
En la ley Romana, durante los tiempos del nuevo testamento, podías repudiar a un hijo tuyo. Pero si adoptabas a uno, estaba prohibido repudiarlo. Dios dice que no solo has nacido nuevamente en su familia, sino que también te ha adoptado, y no hay ninguna forma que Él te vaya a repudiar. ¡Esas son buenas noticias!
Puede que preguntes, “¿en realidad no importa lo que haga?”, ¡Así es, no importa!
Una vez que has nacido, no puedes volver al vientre de tu madre. Una vez que has nacido de nuevo, es imposible volver atrás. Puedes hacer sentir aflicción al Padre, así como a veces les damos aflicción a nuestros padres terrenales. El compañerismo se interrumpe, pero no importa lo que tus padres digan, todos saben que sigues siendo su hijo. De la misma manera, una vez que eres parte de la familia de Dios, ¡No hay vuelta atrás!
La Biblia dice en 1 Timoteo 3:15 “Así sabrás cómo debemos comportarnos los que pertenecemos a la iglesia, que es la familia del Dios vivo. La iglesia sostiene y defiende la verdad” (TLA). Esto significa que la Iglesia no es un lugar a donde vas. La Iglesia es a donde perteneces. Somos la familia de Dios.
Muchas personas piensan que el cristianismo es un sistema de creencias, pero es un sistema de pertenencia. Sí, hay creencias involucradas, pero es mucho más que eso. Significa que eres parte del cuerpo de Cristo.