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Una mañana, la pequeña se despertó, como siempre, y se frotó los ojos. La luz entraba por la ventana y Lilly dormía sobre la alfombra. Camila escucho la voz de su mamá en la cocina. Llena de curiosidad, se acerco a la puerta y se puso a escuchar.
-No puede estar siempre en casa con nosotros; ya es mayor y se tiene que ir...
Al oír estas palabras, la niña empezó a sentir frío y a temblar. Pensó con lágrimas en los ojos:
-Mis padres ya no me quieren. Van a enviarme lejos de casa. Pero no es verdad que ya sea mayor. ¿Qué voy hacer sin mi hatita y sin ellos?
Tenía mucho miedo, pero consiguió tomar un decisión.
-Me iré yo, ¡Me iré lejos y nunca más volveré!
Se vistió deprisa, cogió a Lilly en brazos y salió corriendo. Corrió más deprisa que el viento, mientras la gatita maullaba de miedo. Tras varias horas de camino, llegó a un gran prado lleno de flores y se refugió en una cabaña de madera. Aunque no encontró a nadie, había una cama, una colcha y muchas cosas ricas para comer.
-El hada azul habrá preparado esta casa- Pensó
-Ahora me voy a dormir y mañana ya pensaré que hacer. Una cosa es segura: ¡nunca más volveré con mis padres, porque no me quieren!
Y entre sollozos se durmió. Cuando abrió los ojos, Camila vio a sus papás. La miraban asustados, y su madre había llorado.
-¿Por qué te has escapado, pequeña mía?- Le preguntó su papá.
-¡Os he oído! Habéis dicho que ya era lo bastante mayor para irme...- gritó la niña entre lágrimas.
Entonces su mamá la cogió en brazos y le dijo:
-¿Qué has entendido, Camila? Hablabamos de la gatita. Siempre está contigo y no ha salido de la casa desde que nació. Queríamos que jugase y corriese por el jardín.
Todo se aclaró: sus papás la querían, como siempre habían hecho. ¡Qué tonta había sido por haber dudado de ellos! Camila volvió a casa y nunca más se marcho.
Respuesta:Érase una vez una niña llamada Camila que tenía una gatita, Lillly, de la que nunca se separaba. Vivía con su familia en una casa en medio del bosque, y era muy feliz.
Una mañana, la pequeña se despertó, como siempre, y se frotó los ojos. La luz entraba por la ventana y Lilly dormía sobre la alfombra. Camila escucho la voz de su mamá en la cocina. Llena de curiosidad, se acerco a la puerta y se puso a escuchar.
-No puede estar siempre en casa con nosotros; ya es mayor y se tiene que ir...
Al oír estas palabras, la niña empezó a sentir frío y a temblar. Pensó con lágrimas en los ojos:
-Mis padres ya no me quieren. Van a enviarme lejos de casa. Pero no es verdad que ya sea mayor. ¿Qué voy hacer sin mi hatita y sin ellos?
Tenía mucho miedo, pero consiguió tomar un decisión.
-Me iré yo, ¡Me iré lejos y nunca más volveré!
Se vistió deprisa, cogió a Lilly en brazos y salió corriendo. Corrió más deprisa que el viento, mientras la gatita maullaba de miedo. Tras varias horas de camino, llegó a un gran prado lleno de flores y se refugió en una cabaña de madera. Aunque no encontró a nadie, había una cama, una colcha y muchas cosas ricas para comer.
-El hada azul habrá preparado esta casa- Pensó
-Ahora me voy a dormir y mañana ya pensaré que hacer. Una cosa es segura: ¡nunca más volveré con mis padres, porque no me quieren!
Y entre sollozos se durmió. Cuando abrió los ojos, Camila vio a sus papás. La miraban asustados, y su madre había llorado.
-¿Por qué te has escapado, pequeña mía?- Le preguntó su papá.
-¡Os he oído! Habéis dicho que ya era lo bastante mayor para irme...- gritó la niña entre lágrimas.
Entonces su mamá la cogió en brazos y le dijo:
-¿Qué has entendido, Camila? Hablabamos de la gatita. Siempre está contigo y no ha salido de la casa desde que nació. Queríamos que jugase y corriese por el jardín.
Todo se aclaró: sus papás la querían, como siempre habían hecho. ¡Qué tonta había sido por haber dudado de ellos! Camila volvió a casa y nunca más se marcho.
Explicación: