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Fábula (inventada)
Cierta vez, los animales de la yunga tomaron la determinación más importante para lograr la convivencia armónica entre todos.
Todo ocurrió porque el coatí, travieso e imprudente como siempre, preparó una ensalada con la orquídea que tanto había cuidado la comadreja colorada. Pero antes, había empujado al mono caí contra un cactus espinudo que lo dejó anestesiado durante una semana. Y, antes de eso, le había robado todas las pitayas a la sinsonte.
Así, cada uno de sus vecinos tenía algo para reclamar contra el insolente coatí.
Cuando éste se ausentó, persiguiendo una bandada de mosquitos, vaya a saber con qué intención, los demás animales organizaron un consejo. Allí se oyeron las ideas más disparatadas y los planes más ridículos para darle un escarmiento. Hasta que el yaguareté, conocido por su perspicacia y su comportamiento metódico, impuso silencio y dio su propuesta:
-Debemos hacer algo que lo asuste. Sin daños. Hagamos un pozo entre todos para que se caiga allí y compruebe en carne propia lo que es vivir una desventura.
Todos estuvieron de acuerdo, menos la marmosa, por razones obvias, ya que su tamaño no le permitiría colaborar mucho que digamos. Para convencerla, la pusieron a vigilar mientros ellos cavaban el pozo. Al terminar, lo cubrieron convenientemente con ramas y hojas de uña de gato. Y se dispersaron discretamente por el lugar…
Cuando el coatí regresó de su incursión “mosquiteril”, caminó inadvertidamente hacia el pozo y se cayó. De inmediato comenzó a gritar pidiendo ayuda.
Sus vecinos, quitando las hojas y ramas que habían usado para disimular el pozo, se acercaron al borde. El coatí miró a sus vecinos con una cara de angustia que era imposible de creer. Uno por uno le presentó su reclamo. El coatí se quedó mudo durante algunos instantes sin saber qué decir. Una vez más, intervino el yaguareté para decirle:
-Vamos a ayudarte a salir, si antes prometes terminar con tus travesuras y tus fechorías.
El coatí, arrepentido de su mal comportamiento, se disculpó con ellos y prometió respetarlos y ser mejor compañero.
El zorro colorado tomó una cuerda de cabuya y, entre todos lo ayudaron a salir.
Desde entonces, la convivencia en la yunga se tornó armónica y agradable para todos sus habitantes.
De vez en cuando, se lo oye recitar al coatí la moraleja aprendida:
“No hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti”.
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Usé el espacio yunga porque me pareció original. Los animales y plantas mencionados pertenecen a la flora y a la fauna específica de las yungas.
Las yungas son los valles cálidos a ambos lados de los Andes, desde el norte de Perú, pasando por Bolivia y llegando al norte de Argentina. Las yungas constituyen una ecorregión global, protegida por el Foro Mundial para la Naturaleza (WWF, por la sigla en Ingles de World Wildlife Fund), la mayor organización conservacionista no gubernamental del mundo, con sede en Suiza y fundada en 1961, y por Greenpeace, fundada hacia 1972, con sede en Amsterdam.
El yaguareté, considerado monumento natural nacional de la Argentina, está en peligro de extinción. Es el felino más grande del continente americano.