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Para hacer un lumbricario hay que hacer lo siguiente;
Busquemos unos cajones de desecho, en los que venían al mercado las frutas u hortalizas. Medidas posibles serían de 40 x 60 cm más o menos, no tiene importancia. Necesitaríamos dos. Y deben ser de preferencia de madera o podrían ser aquellos cajones de gaseosas. Altura de los mismos, de 15, 20 ó 25 cm, más o menos. Si es una caja de plástico, de gaseosas, es conveniente sacarle todas las divisiones internas, con una herramienta cortante bien caliente.
Ya tenemos el cajón, pero tiene agujeros muy grandes, por ellos se puede escapar todo lo que pongamos dentro. Para evitar esto buscaremos una bolsa de plastillera, de las que se usan para transportar frutas, papas o cebollas, con los agujeros bastante grandes, pues las lombrices necesitan aire para respirar.
Colocamos la bolsa abierta atravesada en el cajón, de manera a cubrir todos los agujeros grandes. Ahora colocamos una capa de tierra muy bien abonada. Tierra bien negra. Y encima colocamos una capa de hojas secas, que ahora hay muchas en el patio. Regaremos suavemente de manera que se moje todo sin salir agua por debajo.
Allí colocaremos las lombrices, de ser posible las rojitas llamadas californianas. ¿Dónde las conseguiremos? Buscando en los terrenos húmedos, entre los matorrales. Si no las encontramos allí tenemos que buscarlas en los Centros de Extensión Agrícola. No necesitamos más de dos docenas.
¿Cómo es la lombriz roja californiana? Es un anélido (formada por anillos), de color rojo, que mide de 6 a 10 cm de largo y de 2 a 3 cm de diámetro. Pesa aproximadamente un gramo y tiene la facultad de comer su propio peso diariamente. También son rápidas en reproducirse. En 45 a 60 días se duplican. Una vez adultos ponen un cocón, especie de huevo, del que salen de 2 a 21 lombricitas. Esta operación se realiza cada semana. Y cada cocón tiene un tiempo de maduración (o de incubación) de 14 a 21 días.
Otras lombrices que podamos encontrar también sirven, aunque no tienen la voracidad de las lombrices rojas. Por lo tanto, al comer menos, también se reproducen más lentamente y su productividad es menor.
Teniendo ya la caja preparada con las lombrices y todo, debemos buscar el lugar ideal. Este puede ser dentro de la cocina, allí estará protegido de las lluvias, y de los rayos del sol. Además, en ese lugar, mamá al ir cocinando va alimentando a las lombrices. Las puede alimentar con todas las cáscaras de las verduras o frutas que utilice al cocinar.
Con las hojas de lechuga o de repollo o zanahorias que no estén aptas para nuestro consumo. La borra del café, la yerba que quedó después del mate o tereré, las bolsitas de los tés, con papel y todo, todo es de origen vegetal y, por tanto, orgánico. Pero también los restos no utilizados de la cocina de origen animal podemos utilizarlos en el lombricario. Lógicamente no ponemos huesos, ya que las lombrices no tienen dientes. Tampoco debemos olvidar que estas lombrices pueden moverse dentro del compost (abono orgánico), gracias a la humedad que en él existe. De ser posible, un 70% de agua. Con ese ambiente tan húmedo, las lombrices contraen y extienden sus anillos, para caminar con la ayuda de sus pelos y a la vez alimentarse.
Con este sistema, mamá no tendrá que ir tan lejos para deshacerse de los desperdicios, y nosotros obtendremos en algún tiempo bastante humus. Cuando la caja esté llena pondremos otra encima, y a través de los huecos las lombrices irán subiendo. Cuando hayan pasado todas o casi todas, podemos sacar la caja de abajo con la que prepararemos los hermosos trabajos que haremos la semana que viene.
Busquemos unos cajones de desecho, en los que venían al mercado las frutas u hortalizas. Medidas posibles serían de 40 x 60 cm más o menos, no tiene importancia. Necesitaríamos dos. Y deben ser de preferencia de madera o podrían ser aquellos cajones de gaseosas. Altura de los mismos, de 15, 20 ó 25 cm, más o menos. Si es una caja de plástico, de gaseosas, es conveniente sacarle todas las divisiones internas, con una herramienta cortante bien caliente.
Ya tenemos el cajón, pero tiene agujeros muy grandes, por ellos se puede escapar todo lo que pongamos dentro. Para evitar esto buscaremos una bolsa de plastillera, de las que se usan para transportar frutas, papas o cebollas, con los agujeros bastante grandes, pues las lombrices necesitan aire para respirar.
Colocamos la bolsa abierta atravesada en el cajón, de manera a cubrir todos los agujeros grandes. Ahora colocamos una capa de tierra muy bien abonada. Tierra bien negra. Y encima colocamos una capa de hojas secas, que ahora hay muchas en el patio. Regaremos suavemente de manera que se moje todo sin salir agua por debajo.
Allí colocaremos las lombrices, de ser posible las rojitas llamadas californianas. ¿Dónde las conseguiremos? Buscando en los terrenos húmedos, entre los matorrales. Si no las encontramos allí tenemos que buscarlas en los Centros de Extensión Agrícola. No necesitamos más de dos docenas.
¿Cómo es la lombriz roja californiana? Es un anélido (formada por anillos), de color rojo, que mide de 6 a 10 cm de largo y de 2 a 3 cm de diámetro. Pesa aproximadamente un gramo y tiene la facultad de comer su propio peso diariamente. También son rápidas en reproducirse. En 45 a 60 días se duplican. Una vez adultos ponen un cocón, especie de huevo, del que salen de 2 a 21 lombricitas. Esta operación se realiza cada semana. Y cada cocón tiene un tiempo de maduración (o de incubación) de 14 a 21 días.
Otras lombrices que podamos encontrar también sirven, aunque no tienen la voracidad de las lombrices rojas. Por lo tanto, al comer menos, también se reproducen más lentamente y su productividad es menor.
Teniendo ya la caja preparada con las lombrices y todo, debemos buscar el lugar ideal. Este puede ser dentro de la cocina, allí estará protegido de las lluvias, y de los rayos del sol. Además, en ese lugar, mamá al ir cocinando va alimentando a las lombrices. Las puede alimentar con todas las cáscaras de las verduras o frutas que utilice al cocinar.
Con las hojas de lechuga o de repollo o zanahorias que no estén aptas para nuestro consumo. La borra del café, la yerba que quedó después del mate o tereré, las bolsitas de los tés, con papel y todo, todo es de origen vegetal y, por tanto, orgánico. Pero también los restos no utilizados de la cocina de origen animal podemos utilizarlos en el lombricario. Lógicamente no ponemos huesos, ya que las lombrices no tienen dientes. Tampoco debemos olvidar que estas lombrices pueden moverse dentro del compost (abono orgánico), gracias a la humedad que en él existe. De ser posible, un 70% de agua. Con ese ambiente tan húmedo, las lombrices contraen y extienden sus anillos, para caminar con la ayuda de sus pelos y a la vez alimentarse.
Con este sistema, mamá no tendrá que ir tan lejos para deshacerse de los desperdicios, y nosotros obtendremos en algún tiempo bastante humus. Cuando la caja esté llena pondremos otra encima, y a través de los huecos las lombrices irán subiendo. Cuando hayan pasado todas o casi todas, podemos sacar la caja de abajo con la que prepararemos los hermosos trabajos que haremos la semana que viene.
luciana76:
muchisimas gracias
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