¿Cuál crees que fue la influencia del sueño en la pintura, El elefante celebés, del pintor Máx Ernst?
Respuestas
Este cuadro de Max Ernst, una de sus obras más conocidas, es perfecto para entender como funciona el arte surrealista. Podríamos tratar de buscarle algún sentido, pero sería como intentar interpretar un sueño ajeno, su significado se nos escapará entre los dedos como si fuese agua. De lo único que podemos estar seguros es que el protagonista es un elefante. O no. Porque, ¿dónde está su cabeza? ¿Por qué tiene solo dos patas? ¿Está de frente o de espaldas, enseñándonos su agujerito de evacuar alimentos procesados? ¿Qué es esa cabeza de toro que tiene pegada al final de la trompa? ¿O es un busto de mujer con cuernos? ¿Y es realmente la trompa o se trata de la cola? ¿Y por qué le salen los dos colmillos de un lateral? Ahora empezamos a dudar que este objeto mecánico, de apariencia metálica, sea en realidad un elefante. Pero esto solo nos lo planteamos cuando llevamos un buen rato observándolo, porque si no nos fijamos mucho, si lo miramos de refilón, sus patas cilíndricas, su cuerpo redondo, las estrías de la trompa y el color gris nos remiten a la idea de elefante que todos tenemos en la cabeza. Un elefante deconstruido, como los platos de Ferran Adrià, que nosotros reconstruimos mentalmente, casi sin darnos cuenta, para que al cabo de un rato Max Ernst nos lo desmonte de nuevo.
Respuesta:Max Ernst - “Celebes” (1921, óleo sobre lienzo, 125 x 107 cm, Tate Modern, Londres)
Este cuadro de Max Ernst, una de sus obras más conocidas, es perfecto para entender como funciona el arte surrealista. Podríamos tratar de buscarle algún sentido, pero sería como intentar interpretar un sueño ajeno, su significado se nos escapará entre los dedos como si fuese agua. De lo único que podemos estar seguros es que el protagonista es un elefante. O no. Porque, ¿dónde está su cabeza? ¿Por qué tiene solo dos patas? ¿Está de frente o de espaldas, enseñándonos su agujerito de evacuar alimentos procesados? ¿Qué es esa cabeza de toro que tiene pegada al final de la trompa? ¿O es un busto de mujer con cuernos? ¿Y es realmente la trompa o se trata de la cola? ¿Y por qué le salen los dos colmillos de un lateral? Ahora empezamos a dudar que este objeto mecánico, de apariencia metálica, sea en realidad un elefante. Pero esto solo nos lo planteamos cuando llevamos un buen rato observándolo, porque si no nos fijamos mucho, si lo miramos de refilón, sus patas cilíndricas, su cuerpo redondo, las estrías de la trompa y el color gris nos remiten a la idea de elefante que todos tenemos en la cabeza. Un elefante deconstruido, como los platos de Ferran Adrià, que nosotros reconstruimos mentalmente, casi sin darnos cuenta, para que al cabo de un rato Max Ernst nos lo desmonte de nuevo.
Por este motivo los cuadros surrealistas son tan incómodos, porque nos hacen ver cosas que parecen reales, pero que en realidad no existen. Nos descolocan. Nos hacen salir de nuestros rígidos esquemas mentales para ver el mundo de otra manera, dando la vuelta a todas nuestras concepciones e ideas. Como el cactus de la derecha, que no son más que simples formas geométricas superpuestas. O la figura de la mujer, un maniquí seccionado por la mitad. Incluso el propio paisaje, que a primera vista parece absolutamente normal, hasta que descubrimos unos peces nadando entre las nubes, unas nubes que dejan de ser nubes para convertirse en olas. Surrealismo. Magia.
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