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Estimulantes: A este grupo pertenecen entre otras la anfetamina, la efedrina, la cafeína y la cocaína. “Las sustancias incluidas en este grupo retrasan la aparición de la fatiga, con lo que el deportista que las toma puede encontrarse en ventaja respecto a los demás participantes”, señala Juan Carlos González. “No obstante, los estimulantes también aumentan la agresividad, el riesgo de colapso y disminuyen la capacidad de juicio”.
Esteroides anabolizantes: “Los esteroides anabolizantes aumentan la masa muscular y la fuerza y disminuyen la sensación de agotamiento muscular producida por el esfuerzo intenso”. Entre los efectos negativos se incluye un mayor riesgo de neoplasias (cáncer) y un aumento de la presión sanguínea y la frecuencia cardiaca, con el consiguiente incremento de la posibilidad de sufrir un accidente cardiovascular. Los principales casos de dopaje registrados en el fútbol lo eran por nandrolona, una sustancia de este tipo. También se incluyen en este grupo la testosterona y estanozodol. Esta última fue la detectada al velocista canadiense Ben Johnson.
Hormonas peptídicas: “constituyen el principal caballo de batalla del dopaje en la actualidad”, comenta el médico del Espanyol. “Son sustancias análogas a las producidas por el propio organismo y producen beneficios sobre el deportista similares a los de los esteroides anabolizantes: aumenta la fuerza como consecuencia de una mayor potencia muscular y se aprovechan mejor los recursos energéticos del atleta”. No obstante implican un mayor riesgo de accidentes cardiovasculares y tumores. A este grupo pertenece la eritropoyetina (EPO), la hormona del crecimiento y la insulina equivalente al factor de crecimiento-1 (IGF-1).
Diuréticos: aunque no son sustancias dopantes en sí mismas, los diuréticos son utilizados para enmascarar el consumo de otros productos no permitidos. Consiguen disminuir la concentración de las sustancias dopantes en la orina y así desvirtuar las pruebas antidopaje.