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El exterior, más austero que en Grecia o los Balcanes, ofrece un buen ejemplo de otra de las características de la arquitectura del período: el papel dominante que éste asume en la definición del edificio y, como consecuencia de ello, la reversión gradual del principio que había gobernado la arquitectura bizantina desde sus comienzos. Ahora se anima plásticamente, se colorea... y gracias también a la multiplicación y elevación de las cúpulas, se altera el perfecto equilibrio del espacio interior. Este, por su parte, sería testigo de la introducción del iconostasio, sólido muro de iconos que se alzaba entre los creyentes y el misterio de la liturgia cristiana. Su asentamiento, finalmente, posibilitaría que todo lo dominase la pintura.Por estos mismos años -antes de 1321- el Gran Logoteta Teodoro Metoquites restauró el monasterio de Cora (Kariye Camii). Desgraciadamente, no se ha conservado ni el palacio que se hizo construir ni las estructuras conventuales de Cora, aunque dada la posición del mecenas -fue primer ministro del Imperio con Andrónico II- hubieron de ser acordes con su categoría y formación. Un texto del propio Metoquites, describe el palacio, y en particular la capilla, en los términos siguientes: "En el interior del palacio había una capilla, una encantadora visión... Permanecía impertérrita, basada en la solidez de su construcción, con sillares uniformemente dispuestos. En el interior, el techo estaba sostenido por columnas y también en el exterior, rodeando el agradable vestíbulo, se levantaban en círculo las columnas, produciendo enorme gozo por su brillo. El perímetro entero, tanto en el interior como en el exterior, se componía de mármoles multicolores, maravillosos, cortados en dos, y también los había en vertical, alrededor. Así era la capilla de mi palacio. Alrededor había casas, tal como corresponde a la condición de los nobles, pero también muy útiles. Había también jardines de encantadora belleza y fuentes siempre manantes chorreando, alimentadas desde el exterior por conducciones bien construidas.Había también un patio rodeado por un pórtico protegido de los rayos del sol, y era una delicia pasear a través de él. Era muy grande, tal como corresponde a los edificios y grato el contemplar su situación y las proporciones de su longitud y anchura. Estaba pavimentado con piedra de cantera espolvoreada con viejo polvo de cal, formando así una superficie uniforme y seca que facilitaba el paso de hombres y caballos, librándolos del obstáculo del suelo pantanoso".En el caso de la iglesia del monasterio, no se hizo sino ampliar la que ya existía desde el siglo XII. Se colocó una cúpula nueva en el tramo central; tanto el nártex como el exonártex se hicieron de nueva planta y se incorporó la parakklesion mortuoria a la parte meridional de la iglesia.Las partes añadidas hubieron de adaptarse a los elementos antiguos y a ciertas exigencias funcionales, y ello condujo a una considerable irregularidad, pero el juego sutil de los volúmenes espaciales, el gracioso oleaje de las bóvedas, el hábil engarce entre antesala y capilla y la concentración gradual de la luz hacia el tramo central, proyectan la delicadeza y refinamiento de que hace gala el edificio, uno de los de mayor nivel artístico de la época. Y, sin embargo, el interés del patrono y el entusiasmo de los artistas se volcaron en la pintura, con tal acierto que llegarían a eclipsar el diseño arquitectónico. Aquí y en mayor medida en el futuro, en contraste con las artes figurativas, la arquitectura será relativamente estéril.El mecenazgo de Teodoro Metoquites ilustra con claridad el carácter del arte bizantino tardío que ya no era imperial; a comienzos del siglo XIV, la corte ya no era la principal patrocinadora de las artes, pues tenía menos dinero que alguno de sus súbditos; en consecuencia, la fundación, rehabilitación y decoración de las iglesias correría a cargo de particulares. Así ocurrió en los ejemplos citados. En Salónica, la iglesia de los Santos Apóstoles fue construida y decorada por el metropolitano de la ciudad, Nifón, después Patriarca de Constantinopla.La obra de Cora refleja también el carácter de los nuevos mecenas y que en el caso que nos ocupa tenía una sólida formación. Filósofo, astrónomo, gran conocedor de la cultura clásica, fue consciente de la importancia de las obras que encargaba, y así nos lo recuerdan sus poemas y los de su discípulo y amigo Nicéforo Gregoras. En cualquier caso, lo podemos contemplar en el mosaico del tímpano que da acceso a la naos, vestido lujosamente y con tocado oficial de Gran Logoteta o supervisor del tesoro imperial; arrodillado ante Cristo,
espero te sirva.