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El crecimiento de la influencia de la ley romana fue un proceso histórico gradual y continuo; la ley fue adaptada a territorios mucho más allá de aquellos que sus originadores romanos pudieron haber imaginado y para usos que no habían concebido.
La aceptación española de la ley romana significó que se extendió más allá de Europa occidental y llegó a los territorios españoles del Nuevo Mundo.
La ley romana se usó para apoyar diversas ideas, incluso opuestas.
Por ejemplo, sus máximas podrían apoyar el absolutismo y el gobierno popular: mientras que la máxima "Lo que agrada al príncipe tiene fuerza de ley" se usó como argumento para el absolutismo real en varios países.
Por otro lado, de la mano, "lo que toca a todos debe ser decidido por todos" se usó para justificar el gobierno representativo e incluso la rebelión contra los regímenes opresivos.
La influencia del derecho romano persistió más allá del final del período moderno temprano, ya que sirvió como modelo principal para el Código Civil de Napoleón Bonaparte (1804).