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LAS CAUSAS DEL IMPERALISMO Y DEL COLONIALISMO.
Las causas del imperialismo y del capitalismo son variadas, pero la principal de ellas es la mencionada más arriba, es decir, la necesidad de los países donde se había desarrollado el capitalismo industrial de disponer de mercados seguros para la enorme cantidad de bienes que producían y, a la vez, obtener el control de las fuentes de las materias primas requeridas por la industria, al precio más bajo posible. En tal sentido, el imperialismo y el colonialismo se explican, en último término, por razones económicas.
Sin embargo, también influían en él razones o causas de tipo político. En efecto, cada potencia industrial requería ser fuerte militar y políticamente con el fin de poder mantener el control sobre sus posesiones coloniales, siempre codiciadas por las otras potencias. La expansión colonial servía para fortalecer desde el punto de vista geopolítico a la potencia que le practicaba. En base a esta lógica, durante la segunda mitad del siglo XIX no se podía ser potencia de primer orden sin practicar el colonialismo y el imperialismo.
Otro de los factores que contribuyó a la expansión colonial e imperialismo, aunque de manera muy secundaria, fue el crecimiento demográfico que experimentó Europa a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Fue así como entre 1870 y 1914 la población del viejo continente paso desde los 300 a los 450 millones. Las clases sociales más modestas, que experimentaban los problemas señalados más atrás, empezaron a emigrar buscando mejor fortuna en otros continentes. Esta población, en algunos casos, servirá de punto de apoyo a la expansión colonial.
LAS EXPLORACIONES GEOGRAFICA ABREN EL CAMINO A LA EXPANSION COLONIAL.
En el contexto del gran desarrollo económico, científico y tecnológico que experimentó Europa especialmente durante la segunda mitad del siglo XIX, se generó un considerable interés por impulsar exploraciones geográficas que permitieran conocer aquellas partes del planeta que permanecían ignoradas para el europeo. Fue así como se organizaron innumerables sociedades científica que impulsaron una serie de viajes exploratorios. Las regiones más visitadas correspondieron a Asia y, especialmente, al Africa, de la cual se conocían principalmente sus fajas costeras.
Entre los exploradores más importantes se puede mencionar a Park y Clappton, que recorrieron el Nieger; Speke y Burton, que remontaron el Nilo hasta sus fuentes; Stanley y Linvington, quienes se internaron por los ríos Zambeze y por el Congo; Barth, Rohirs y Nachtigal, que cruzaron el desierto del Sahara, etc. De tal manera, Africa iba siendo conocida cada vez más.
También revistieron mucho interés las exploraciones realizadas por el polo. En 1909 Peary logró llegar al polo norte y tres años más tarde Amundsen hacía lo propio en el polo sur.
La gran importancia de las exploraciones geográficas citadas, así como también de otras de menor repercusión, radicó en el hecho de que los exploradores prepararon el camino a las empresas comerciales, a los Estados y a los ejércitos de los países europeos en proceso de expansión, los que así veían facilitada su labor de incorporar dichos territorios como áreas de dominación colonial.