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El ejército de terracota sirvió para satisfacer las ambiciones del primer emperador chino, Qin Shi Huang (260 a.C.-210 a.C.), que quería seguir manteniendo su poder en el más allá. Los antiguos chinos veían la muerte como una continuación de la vida terrenal, por lo que cuando una persona moría dentro de la tumba se colocaba todo lo que necesitaría para el viaje final. Qin Shi Huang quiso llevarse su poderío militar después de la muerte y ordenó construir el ejército poco después de convertirse en emperador en el año 247 antes de nuestra era.
Antes que él, los gobernantes chinos preferían llevarse al otro mundo soldados de carne y hueso, pero la corte del primer emperador le convenció de que no siguiera con la tradición, que ya empezaba a despertar el descontento entre la población. Qin Shi Huang mandó entonces elaborar miles de soldados de terracota que serían enterrados cerca de su sepulcro.
La construcción de la necrópolis duró 38 años con el sudor de más de 700.000 trabajadores y artesanos. Una de las particularidades de los Guerreros de Xian es que cada estatua está esculpida de manera muy detallada y es única: cada soldado tiene un rango militar y armas diferentes, así como rasgos faciales y expresiones únicas.