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Santiago es un viejo y enjuto pescador, que vive solo y subsiste de lo que puede obtener del mar. Cuando comienza la novela, el Viejo se lamenta de llevar más de ochenta días sin haber podido pescar nada, en tanto que las embarcaciones de otros pescadores han obtenido buena pesca. Los adultos jóvenes del pueblo pesquero, ubicado en la isla de Cuba, consideran que el pescador está “salao”, es decir que es víctima de la mala suerte.
Aparte de los otros viejos del pueblo, que lo miran con conmiseración, la única persona que le brinda su solidaridad a Santiago es Manolín, un joven pescador que aprendió el oficio con el Viejo, pero que en virtud de su mala racha, tiene prohibido por sus padres salir a pescar con él. De modo que el muchacho se aventura a la pesca con las otras embarcaciones que tienen mejor fortuna.
El Viejo sigue insistiendo en salir a la pesca, y logra que pique un enorme pez espada. Y es aquí que comienza la parte más conocida del relato, y el núcleo de la historia. La captura del pez es un proceso arduo, debido a su tamaño, y a las mermadas fuerzas de su captor, dada su edad. Con todo, Santiago logra dominar al pez y subirlo a su pequeño bote. Pero su vía crucis no ha concluido. Al emprender el regreso, contento por la calidad de su captura, la misma atrae a un grupo de tiburones.
Los escualos atacan sin contemplaciones al pequeño bote, para ir cobrando, pedazo a pedazo, la carne del pez espada. El Viejo ve con horror cómo, a pesar de sus esfuerzos para defender el fruto de su trabajo, los tiburones van devorando poco a poco al pez espada. Durante el tiempo en que el Viejo tuvo que luchar para capturar el pez espada, así como durante los intervalos entre los ataques de los tiburones, Santiago reflexiona sobre diversos aspectos de su vida como pescador, su condición actual, e incluso sobre el béisbol, lo que le da al relato un cierto tono personal.
Los tiburones devoran inexorablemente al pez espada, dejando sólo el espinazo y la cabeza. Santiago logra llegar a casa lastimado por la lucha, con las manos vacías y un enorme sentimiento de derrota. Sin embargo, el enorme espinazo del pez espada logra impresionar a los otros pescadores y a los turistas, por lo que al final, el Viejo termina siendo reconocido, y el joven Manolín le promete acompañarlo de nuevo a la pesca, aunque se opongan sus padres.